Chocha perdiz: una limícola atípica
Becada - Scolopax rusticola (Eurasian Woodcock)
Para bicho raro, éste; no le basta con ser la única limícola que habita en bosques y prados aledaños si no que además tiene hábitos nocturnos. Precisamente la nocturnidad es uno de los tres factores que la hacen tan difícil de ver. Otro factor es su costumbre de quedarse quieta pegada al suelo aprovechando lo bien que se confunde su plumaje con la hojarasca. Lo normal la detectarla cuando se espanta al aproximarnos demasiado. Pero puedes transitar a un metro y medio de ella sin que se decida a volar y delatarse. Por eso cabe suponer que se ríe de los paseantes. El tercer factor que la hace difícil de ver es la caza ya que hablamos de una de las aves cinegéticamente más codiciadas.
En Catalunya, su población residente, sobre todo circunscrita al cuadrante noroeste, se mantiene estable y se dan muy pocos episodios de sobrecaza.
Necesita bosques y prados con sustrato blando donde “punzar” el suelo con su sensible pico a la caza de lombrices. Los terrenos junto a cursos de agua, con mucha cobertura vegetal y un alto grado de humedad, son los que prefiere. También, en verano, consume otros invertebrados terrestres desde milipedos a escarabajos, que encuentra bajo las hojas caídas y entre la hierba. Complementa la dieta con pequeñas ingestas de hierba, semillas, fruta, etc…
Su área de distribución mundial abarca desde Portugal e Irlanda hasta el norte de Japón pero, como residente, solo se la encuentra en Europa ya que en otras zonas, como la mitad sur de Rusia, es estival y emigra para pasar el invierno en la India, el Sureste Asiático, centro y sur de Japón y Corea del Sur.
La península ibérica, recibe invernantes que criaron en Escandinavia y el extremo suroeste de Rusia, siendo sólo residente en el tercio norte, desde Asturias y León hasta la provincia de Lleida y oeste de Girona.
Con lo difícil que es censar la chocha perdiz, ha costado lo suyo llegar a la conclusión que, en España (datos del año 2004) crían, como mucho, 3800 parejas. Sin embargo, se calcula que, entre noviembre y mediados de marzo, tenemos por la península más de 600.000 ejemplares. No obstante, hay que entender esas cifras como orientativas. De ello se deduce que, si buscamos la remota posibilidad de ver esta especie, hay que caminar, en invierno, por bosques de ribera bien surtidos de matorral. Mejor si el suelo no está helado y hay abundante hojarasca.
De punta de pico a punta, la chocha perdiz de cola mide entre 33 y 35 cm. La agachadiza común se le parece bastante pero para nada es un ave forestal y mide, como máximo, 27 cm. Debido a que los machos y hembras de chocha perdiz presentan idéntico aspecto, no hay que aprender a diferenciar los sexos.
La foto que os muestro tiene su historia. En enero del año 2012, Rafa González, miembro de nuestro Grupo Local SEO-BARCELONA y guarda forestal del Garraf, localizó un ejemplar que mostraba un comportamiento anómalo; salía del bosque a los barbechos y pequeños huertos pero, en vez de ejercer con su habitual nocturnidad, lo hacía a las doce del mediodía. La explicación menos descabellada que se nos ocurrió fue que esperaba a que el sol descongelase el suelo para poder sondearlo a la búsqueda de lombrices. Rafa me avisó, mi colega Miquel Bonet y yo hicimos una primera prospección y, en una segunda visita, montamos dos hides portátiles. Nunca podremos agradecerle lo suficiente a Rafa ese “soplo” que nos permitió contemplar de cerca, con buena luz y durante más de media hora, a esta cara joya oculta de nuestra avifauna.
