Excursión a la sierra de Busa

El pasado sábado 10.11.2012 el GL SEO Barcelona organizamos una excursión a la sierra de Busa, situada en el noroeste del Solsonés. A la salida participamos 14 personas, entre los cuales 4 niños aventureros. Además, nos acompañó una amiga con 4 patas, la perra Nelsa.

Recorrido de la excursión.

La primera etapa fue el desayuno en un bar en Solsona a las 9 en punto: unas deliciosas tostadas nos dieron la energía para cumplir con el objetivo: avistar, identificar y contemplar aves, y, por qué no, disfrutar de unos magníficos paisajes.

Foto de Roberto Negro.

Tras una serie interminable de curvas a una media hora de Solsona la pista nos condujo a un claro adaptado a aparcamiento. Bien abrigados y armados de prismáticos y cámaras fotográficas, empezamos nuestra ruta dentro del bosque de pino rojo del altiplano de Busa. Por la mañana el tiempo no nos acompañó: una densa niebla nos impidió contemplar el paisaje desde el barranco de la Creu, y nos fastidió bastante a la hora de observar pájaros, aunque pudimos avistar un grupo de herrerillos capuchinos cantando entre los pinos. Dada la época del año, el bosque rebosaba de setas, entre otros, amanitas muscarias, negrillas y nada menos que níscalos, que unos cuantos de nosotros recogimos para una suculenta cena.

Hembra de cernícalo vulgar. Foto de Roberto Negro.

El bosque se abrió a una serie de prados ocupados por vacas de raza asturiana. Detrás de ellas, una hembra de cernícalo vulgar se lució con repetidos vuelos en su territorio de caza. Poco más adelante, en los prados alrededor de una granja abandonada llamada Ca L’Artiller, nos sorprendió un bando de más de 50 chovas piquirrojas que estuvieron “pastando” codo a codo con las vacas. De mientras, un colirrojo tizón nos estuvo vigilando por si nos acercábamos más de lo debido.

Colirrojo tizón. Foto de Roberto Negro.

Intimidados por el colirrojo, nos dimos media vuelta hacia El Rial de Busa, por un amplio camino que dominaba a la derecha todo el altiplano de Busa con sus campos cultivados, y la sierra de Busa, cuya cara sur se levantaba suavemente a la izquierda. Pinzones vulgares, zorzales charlos y numerosas cornejas negras se cruzaron por nuestro camino, a medida que la niebla se iba disolviendo para dejar pasar acogedores rayos de luz.

Con dirección hacia Capolatell, el camino se convirtió en sendero rodeado por bosques de pino rojo, donde los carboneros garrapinos nos seguían con sus cantos. Distraídos por unas curiosas rocas de cuarzo, no nos dimos cuenta que ya habíamos llegado a la cresta de la sierra de Busa, poco más al oeste de la cumbre del Cogul. Delante de nosotros se abrió un asombroso panorama: la cara norte de la sierra de Busa se caracteriza por ser una vertiente totalmente vertical, desde donde pudimos contemplar el cercano pantano de La Llosadel Cavall, el enigmático Capolatell con su “Presó”, y al horizonte los Pre-Pirineos (Port del Compte y Sierras del Cadí). No faltaron los guardianes de los acantilados: los buitres leonados, que nos miraban flemáticos en la esperanza de avistar una carroña.

Vista al pantano de La Llosa del Cavall, y al Capolatell. Foto de Javi González

Pero aún no había llegado lo mejor; una vez reanudado el camino, unos pocos elegidos de nosotros avistaron la estrella de estos bosques: el pito negro. La esquiva ave pasó volando (nunca mejor dicho) de un lado a otro del bosque de la ladera sur, dejándonos a muchos con las ganas de verle. Lo cierto es que sólo saber que estaba tan cerca, nos hizo salir la piel de gallina.

Vista destre el puente de una fractura en la roca.
Foto de Roberto Negro.

Una de las cosas que caracteriza la sierra de Busa son fracturas profundísimas en la roca, de hecho, tuvimos que pasar por un pequeño puente para cruzar una de ellas. Si no estabas atacado por el vértigo podías disfrutar de una vista peculiar y fascinante. En esta especie de islote formado por las fracturas, sacamos los bocadillos y nos tomamos un merecido descanso, mientras los buitres vigilaban nuestras maniobras muy de cerca.

Apenas empezado el camino de vuelta, identificamos un ave peculiar lejana, camuflada entre los buitres leonados: un quebrantahuesos, que en seguida desapareció al horizonte. Seguimos el sendero de vuelta hasta la masía del Rial de Busa, donde cogimos un atajo para volver a los coches.

Buitre leonado. Foto de Javier Ruiz.

Para finalizar el agradable día volvimos a Solsona a tomar la primera (y no se si la última) cerveza del día y aprovechamos para repasar la lista de las aves identificadas durante la excursión. Aquí la tenéis:

1. Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus)
2. Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)
3. Cuervo (Corvus corax)
4. Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus)
5. Arrendajo (Garrulus glandarius)
6. Chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
7. Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros)
8. Corneja negra (Corvus corone)
9. Verdecillo (Serinus serinus)
10. Zorzal charlo (Turdus viscivorus)
11. Bisbita sp. (Anthus sp.)
12. Carbonero común (Parus major)
13. Petirrojo europeo (Erithacus rubecula)
14. Carbonero garrapinos (Periparus ater)
15. Buitre leonado (Gyps fulvus)
16. Picamaderos negro (Drycopus martius)
17. Mirlo común (Turdus merula)
18. Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus)
19. Estornino sp. (Sturnus sp.)

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