Reseña del viaje ornitológico a la Sierra de Boumort

7 octubre 201326 agosto 2022 Sara Cavini Sierra de Boumort

El fin de semana del 21-22 de septiembre el Grup Local SEO Barcelona se fue a la Sierra de Boumort. Éramos un grupo de 11 personas repartidas en tres coches. La excursión empezó muy pronto a las puertas de Barcelona. El tiempo nos acompañó durante todo el fin de semana: no llovió y en ningún momento hizo frío, al contrario, a ratos tuvimos calor. Paramos a desayunar en un bar de Agramunt, ilusionados por lo que nos esperaba. El viaje hacia la sierra fue tranquilo, y algunos de nosotros avistamos aves interesantes como la culebrera o el pico picapinos.

La primera etapa fue una caminata de una media hora en un sendero a los pies del Roc de la Santa, entre la Pobla de Segur y Hortoneda. Los buitres leonados empezaban a aprovechar las corrientes de aire caliente, y a reunirse en imponentes vórtices en el cielo. Algunos disfrutaron del roquero solitario salteando desde el Roc, y todos nos maravillamos con la cantidad y la calidad de mariposas aleteando por el sendero.

Vueltos a los coches, cogimos la larga pista que atraviesa la Reserva de Boumort. Más de una vez cruzamos unas perdices por el camino. Pasamos por paisajes diversos hasta llegar al refugio de Boumort. Aquí empezaba nuestra ruta a pié más larga de un par de horas. Las aves no abundaban pero algunos de nosotros supieron aprovechar y recogieron deliciosos níscalos. Cargados con cámaras y prismáticos, llegamos hasta la cresta de La Creueta, de donde se aprecia una vista a un amplio valle que deja boquiabierto. En realidad, allí nos esperaba una sorpresa: un ejemplar de quebrantahuesos adulto pasó a diez metros de nuestras cabezas, tan repentinamente que nadie de nosotros pudo echarle una foto, ¡aunque fuera una foto documental! Por suerte, el quebrantahuesos tuvo compasión de nosotros, y se quedó dando vueltas arriba, aunque mucho más arriba, pero, al menos, pudimos seguir disfrutando de él un rato más. Aquí comimos el pic-nic, ¿qué mejor sitio?

Para llegar al refugio Cuberes, donde pernoctábamos, teníamos que volver a la Pobla de Segur y tomar otra pista bastante larga. En la Pobla, hicimos una parada relámpago para compras imprescindibles cuando se visitan estos tipos de lugares: quesos y cocas. En seguida, recuperamos el trayecto, pero nos esperaba una mala noticia: ¡la pista estaba en malas condiciones y llegamos a duras penas! Menos mal que el refugio era un oasis en el corazón de Boumort: acogedor, gastronómicamente interesante, y, sobre todo, rodeado de ciervos berreando. Un oasis.

Al día siguiente, tras un rico desayuno, hicimos un paseo en los alrededores del refugio. “Una horita” nos había asegurado el hostelero, ¡y tres horas tardamos nosotros! La razón de nuestra calma eran las ganas de contemplar la diversidad del bosque a primera hora de la mañana. El bosque alojaba a numeras especies de paseriformes, nos costaba identificarlas, y valió la pena tener paciencia: carboneros garrapinos, pinzones, agateadores y…..¡una ardilla!

Vista desde la Creueta. Foto de Sara Cavini.

Para dejar el refugio no queríamos repetir la pista en mal estado, por lo que decidimos volver por otro lado, hecho que nos cambió por completo los planes para lo que quedaba de día. Bajamos por el valle del Segre, y nos paramos a comer un bocata en un merendero del embalse de Rialb, donde se veían cormoranes y somormujos. Después, decidimos aprovechar para dar una vuelta en un camino a la orilla del embalse, pero hacía mucho calor y nos fuimos pronto. Tomamos una última cerveza de despedida y nos fuimos rumbo a Barcelona.

Aquí va la lista de aves: