Serreta chica: única en su género
Bec de serra petit — Mergellus albellus (Smew)

5 octubre 20192 octubre 2019 Salvador Solé conócelas

Esta es la especie, la serreta chica, es la número 200 que presentamos en “Conócelas” y lo celebramos con una anátida de excepcional belleza y suficientemente peculiar como para que los taxónomos le hallan dado un género exclusivo; no hay otro Mergellus que albellus. Y, a pesar de su amplia distribución, carece de subespecies (ave monotípica).

Como suele suceder con los patos, es el macho el que luce un plumaje nupcial de infarto, mientras que la hembra es toda discreción (ambos sexos en la foto de cabecera). Eso sí, el macho se ríe de los atuendos informales ya que él, para seducir, usa un elegante esmoquin blanco con detalles negros y grises. Sin embargo, su plumaje de eclipse es igual al que la hembra lleva todo el año.

De punta de pico a punta de cola mide entre 35 y 44 cm, el macho suele ser mayor y más pesado que la hembra. El borde aserrado del pico (ambos sexos) le resulta útil para capturar los invertebrados acuáticos, anfibios y pececillos que componen una parte importante de su dieta, aunque también consume semillas, hojas y raíces de plantas acuáticas. En los pocos sitios donde se ha habituado al ser humano, acepta pan. Al igual que sus parientes – las otras serretas y los porrones del género Bucephala – este es un pato buceador. Se sumerge a profundidades de entre 1 y 4 m y fácilmente permanece bajo el agua 20 segundos (récord de 45 segundos). Lo hace, claro está, para buscar comida y esquivar los ataques más sorpresivos de rapaces tales como el pigargo europeo (Àguila marina).

La serreta chica cría en los bosques boreales (la taiga), allí donde haya lagos, lagunas y ríos de aguas lentas. En invierno frecuenta humedales diversos, estuarios y costas, evitando profundidades superiores a los 6 m.

Invernante muy ocasional en regiones norteñas de Españas cuando se producen fuertes olas de frío, cuenta con 18 observaciones homologadas entre 1984 y 2004.

En España es una rareza que no se ve todos los años. Y casi siempre en la cornisa cantábrica. Pocas citas debe haber en Catalunya. Su área de cría abarca desde el norte de Noruega hasta el extremo oriental de Siberia, pero solo allí donde dispone de huecos de árboles para montar el nido. Muy a menudo utiliza los excavados por el picamaderos negro (Picot negre) aunque también aprovecha cajas-nido. En invierno vuela hacia el sur, pero no cruza el Mediterráneo, dispersándose por el SE de Inglaterra, norte de Francia, Polonia, Estonia, Letonia, hasta Grecia, Rumania y Ucrania… Más al este, de forma muy puntual, pasa el invierno en Turquía, Irak, Irán, algunos humedales del sur de Kazajstán y Pakistán, ríos y litorales del SE de China, Corea del Sur y Japón.

En Europa se considera una especie vulnerable cuyos números de invernada han ido descendiendo a través de las décadas. Hay pocos datos recientes, como los 12 600 ejemplares calculados para el área del Báltico, número que supone el 31% de la invernada de esta especie en Europa con una pérdida del 25% respecto a los contados anualmente entre 1983 y 1993.