Cálao terrestre norteño: tótem parsimonioso
Calau terrestre septentrional - Bucorvus abyssinicus (Abyssinian Ground-Hornbill)
Antaño era la subespecie norteña pero ya hace tiempo que se le considera especie por derecho propio pues ambas solo se solapan (y posiblemente hibridan) en una pequeña región del oeste de Kenia. Además, curiosamente, la piel que rodea el ojo es azul en el caso del cálao terrestre norteño y roja en el cálao terrestre sureño. Así mismo, el saco gular de la hembra del primero es azul (no conseguí ninguna foto) pero rojo en la del segundo. Por lo demás, son muy similares y ambos, solitos, constituyen la familia Bucorvidae, inmediatamente relacionada con Bucerotidae, que es la que reune al resto de tocos y cálaos del mundo, con sus 62 especies.
El cálao terrestre norteño se distribuye en una relativamente estrecha franja geografica subsahariana que va desde Senegal hasta el oeste de Kenia y desde allí, hacia el norte, por buena parte de Etiopía y la zona fronteriza con Eritrea, alcanzando por poco el extremo N.O. de Somalia. En consecuencia, los ejemplares más orientales se quedan a escasas decenas de kilómetros de las orillas meridionales del mar Rojo mientras que las más occidentales tienen vistas al Océano Atlántico.
Habitualmente prefiere entornos algo más áridos que su pariente sureño: sabanas y extensiones arbustivas subdesérticas con variable cobertura herbacea tanto en zonas llanas como en regiones rocosas y montañosas desde el nivel del mar hasta, como récord, los 3257 m de altitud (Etiopía).
De punta de pico a punta de cola, el cálao terrestre norteño, mide entre 90 y 100 cm. Es, pues, todo un pajarraco y, junto a su hermano, la especie más terrestre de cálaos, que suelen ser principalmente arbóreos, aunque algunas especies (familia Bucerotidae) bajen al suelo con frecuencia. Se le ve caminado parsimoniosamente en solitario, en pareja o pequeños grupos familiares. De tarde en tarde, cuando se da una inusual concentración de alimento, se llegan a juntar 20 ejemplares. Como va mirando para abajo, atento a cualquier cosilla comestible que encuentre, también parece meditabundo.
Cálao terrestre norteño en Murchison Falls NP (Uganda 30-3-2015). Foto de Salva Solé.Depreda sobre un extenso menú de grandes invertebrados y pequeños vertebrados: orugas, arañas, escarabajos, saltamontes, lagartijas, roedores, huevos y pollos de aves terrestres (aláudidos, por ejemplo) e incluso pequeñas tortugas. No le hace ascos a la carroña ni a algunas frutas y semillas, como los cacahuetes.
Su ciclo reproductivo en libertad es poco conocido pero hay datos de cría en junio-agosto en el África occidental, desde enero en Nigeria y Uganda, o hasta noviembre en Kenia. En cautividad se reproduce en cualquier momento del año. Necesita grandes cavidades en árboles de buen tamaño, sobre todo baobabs o tocones de palmeras. Menos a menudo aprovecha huecos entre rocas o dentro de troncos caídos. Es el macho quien cubre el suelo del agujero con hojas secas; eso será el nido. El resto de observaciones son todas en cautividad; normalmente pone 2 huevos que necesitan entre 37 y 41 de incubación, tarea que lleva a cabo la hembra. Mientras los pollos permanecen en el nido, los alimenta el macho. Tardan 80-90 días en emplumar. A partir de las tres o cuatro semanas tras la eclosión, la hembra abandona el nido y ayuda al macho con la alimentación. Lo habitual (al menos en cautividad) es que el segundo polluelo que nazca muera de hambre al cabo de cuatro días, cuando el primero puede pesar ya 350 g. Supongo que el segundo sobrevive si el primero enferma o muere. Teniendo en cuenta que, en cautividad, no les suele faltar alimento, aventuro que en libertad, donde ese factor es más irregular – sobre todo en los entornos semi-áridos propios de la especie – todavía tiene más “lógica” que solo sobreviva un polluelo. Una pareja cautiva vivió al menos 40 años. En libertad la esperanza de vida puede quedar bastante reducida pero aún así disponen de tiempo sobrado para conseguir el relevo generacional.
Aunque se encuentra en muchas reservas, al menos en ocho parques nacionales y está protegido como ave totémica en algunas zonas, suele ser una especie escasa. La pervivencia de prácticas tradicionales, el calentamiento global y el aumento de la población humana en África no son buenas noticias para su conservación. He dicho “prácticas tradicionales” ¿como cuales? pues como la astuta treta de los cazadores tribales que usan su cabeza para camuflarse en algunas zonas de Nigeria, Camerún y Sudán; simulando ser cálaos terrestres les es más fácil aproximarse, a gatas, a otras piezas de caza. Y en Gambia se le persigue – localmente – por considerarse presagio de mala suerte. Si yo fuese supersticioso, en vez de perseguir presagios de mala suerte, los evitaría, pero en fin… Estando así la cosa, la UICN lo clasifica de “vulnerable”, junto a su hermano sureño.
