Perdiz desértica: gustos variados
Perdiu del desert - Ammoperdix heyi (Sand Partridge)
La familia Phasianidae – a la cual pertenecen las perdices, faisanes, lagópodos, etc… – consta de 186 especies de aves distribuidas por todo el planeta a excepción de Sudamérica, la Antartida y, por supuesto, muchas islas.
No está claro qué es y qué no es una perdiz ya que – por ejemplo – los francolines se les parecen mucho: una vez más nos topamos con la imposibilidad de trazar nítidas e indiscutibles fronteras entre grupos de aves; recuerda que esa clasificación que buscamos ansiosamente es una necesidad y una invención humana, no una realidad objetiva.
La perdiz desértica habita ecosistemas muy áridos pero con pendientes y rocas (uadis, colinas, montañas…). A menudo prefieren terrenos con algunos arbustos. Desde los menos 400 m.s.n.m. (depresión del Mar Muerto) hasta los 2000 metros de altitud en Arabia. Es de hábitos básicamente sedentarios; el desplazamiento más grande que se ha medido en un ejemplar es de 25 km. En Israel, las poblaciones que criaron a mayor altura descienden de cota y se dispersan en otoño e invierno pero hay pocos datos sobre los movimientos de esta especie.
Su área de distribución abarca los dos tercios meridionales de Israel, extremo sur de Siria, buena parte de Jordania una ancha franja en el este de Egipto, el N.E. de Sudán y extensiones variables en cuatro países de la península arábiga: Arabia Saudí, Yemen, Omán y Unión de Emiratos Árabes.
Mide entre 22 y 25 cm de punta de pico a punta de cola. En la foto de cabecera vemos asomar al macho a la izquierda de la hembra. Los juveniles de ambos sexos son muy similares a las hembras adultas.
Su dieta es mixta: semillas, hojas, brotes e insectos, incluso langostas. En las zonas áridas rara vez abunda el alimento y no conviene tener una dieta excesivamente especializada. Necesita beber, sobre todo por la mañana. Hay aves – como el gorrión sahariano (pardal del desert) – que pueden prescindir de ello porque todo el líquido lo obtienen de lo que comen, pero no es el caso de la perdiz desértica.
Cría mayoritariamente entre febrero y agosto de manera que, al menos en Israel, hace una segunda puesta si el invierno fue suficientemente lluvioso (hablamos de precipitaciones normalmente modestas). Durante septiembre y noviembre, en Yemen se han documentado pollos y huevos recién eclosionados, así que puede ser flexible al respecto, estando más pendiente de las condiciones para la cría que de un calendario interno.
A la perdiz desértica se le supone monógama pero a veces los nidos están tan cerca como 30 metros, lo que podría propiciar la poligamia, aunque no se ha constatado. Emplaza el nido bajo un arbusto, una roca o en grietas y oquedades en la base de paredes. Si es sobre tierra, raspa una depresión poco profunda y, cuando se decide a forrarla (no lo hace siempre) utiliza plumas, hierba seca, pequeños guijarros e incluso trocitos de madera. La puesta más frecuente va de los 8 a las 12 huevos, con extremos de 5 o 14. Ocasionalmente dos hembras pueden poner en un mismo nido y entonces hablamos de entre 18 y 24 huevos: una pequeña factoría de incubación… Esa tarea solo la realizan las hembras y se prolonga entre 21 y 24 días. Lo polluelos son nidífugos, como sucede con todas las perdices. Y se libran del plumón para vestir su primer “traje” de pluma verdadera a ritmos bastante dispares: entre 9 y 20 días. Con un mes de edad ya son independientes. Los grupos familiares pueden fusionarse a finales de verano y principios de otoño formando bandos de, como mucho, 70 ejemplares, pero en Arabia Saudí dichos grupos no pasan de 20.
La IUCN considera que la perdiz desértica no está amenazada y la sequía, el pastoreo y la urbanización, aunque le afectan, no alcanzan a ponerla en peligro, salvo a escala muy local. Por suerte, la mayor parte de su población se encuentra en regiones inhabitadas (e inhabitables) de manera que eso reduce ventajosamente el impacto que el ser humano tiene sobre ella.
