¡Conócelas!

Colimbo del Pacífico: infantil, sin saber andar… ¡pero no es un niño!
Calàbria del Pacífic - Gavia pacifica (Pacific Diver)

Cuarto colimbo que muestro en “Conócelas”, de los cinco que contiene la familia Gavidae. Algún día escribiré e ilustraré “el quinto colimbo” (el de Adams).

Antaño, al colimbo del Pacífico se le consideraba una subespecie del colimbo ártico (calàbria agulla) y se parece mucho a él pero tiene la cabeza más redondeada y el pico más corto, rasgos que, en comparación, dotan al del Pacífico de un aspecto algo “infantil”.

De punta de pico a punta de cola mide entre 58 y 74 cm; tres centímetros menos (en promedio) que la longitud del colimbo ártico. Los colimbos carecen de dimorfismo sexual aunque los machos suelen ser ligeramente más grandes que las hembras, diferencia difícil de apreciar incluso cuando ves a la pareja junta.

Cría en Alaska – incluidas las Islas Aleutianas – y norte de Canadá generalmente por sobre el círculo polar ártico allí donde encuentre lagos de agua dulce, tanto en ecosistemas de tundra (“desierto” ártico) como de taiga (bosque boreal de píceas y/o abedul). Casi siempre en zonas llanas o con suaves colinas. Para evitar la competencia con el colimbo chico (calàbria petita) suele escoger estanques más grandes y profundos. Tras reproducirse regresa al mar y, a lo largo del invierno se distribuye por las aguas costeras, bahías y estuarios del litoral occidental de Canadà y EE.UU. llegando hasta el sur de la baja California, ya en México.

Su dieta se basa en peces e invertebrados variados: moluscos, insectos, crustáceos… La mayoría de lo que come lo captura buceando. Nada por la superficie metiendo la cabeza dentro del agua con frecuencia para detectar, a vista, sus presas. Y cuando las divisa, se sumerge para capturarlas.

Parece que la pareja se forma en primavera, cuando los colimbos del Pacífico todavía están en el mar a la espera de que, tierra adentro, se funda la nieve. En cuanto se descogela suficiente superficie de los lagos como para que pueda despegar y aterrizar, la pareja ocupa su territorio electo. Ahora le toca esperar a que el nivel del agua descienda lo suficiente como para disponer de zonas herbosas donde instalar el nido, que puede ser más o menos elaborado; las parejas que “van a per feina” acumulan vegetación sobre una zona sumergida de poca profundidad hasta conseguir un montón semi-seco en el que realizar la depresión central donde pondrán los huevos. En otros casos se limitan a aplastar la hierba hasta hacer un poco de hueco y poner algo de materia vegetal alrededor. Este nido mínimo tiene la ventaja de que lo terminan en pocas horas. El otro lo pueden ocupar antes de que acabe de bajar el nivel del agua. Hacia la primera semana de junio, las hembras “madrugadoras” realizan la puesta que consta de uno o dos huevos. No habrá una segunda porque el verano ártico es demasiado corto para las aves de su tamaño y tiempo de desarrollo. Parece que ambos miembros de la pareja incuban aunque quizás el macho más durante el día y la hembra durante la noche. Teniendo en cuenta que allí el sol no se pone a lo largo de un par de meses, es difícil distinguir entre día y noche, salvo mirando el reloj, cosa que no se le ha visto hacer a ningún colimbo. El periodo de incubación puede durar cosa de 28 jornadas. Durante los primeros 18 días de vida de los pollos solo la hembra se ocupa de ellos pero a partir de ahí – quizás porque necesitan más comida para seguir creciendo rápido – también el macho colabora. Pero a veces la hembra carga con toda la tarea porque el macho se desentiende del asunto. Alguien observó una vez a una hembra de colimbo del Pacífico que había adoptado a cinco patitos de éider común e incluso llevó a uno en la espalda. Como los colimbos del Pacífico no transportan a sus pollos en la espalda, tal vez fue el patito el que se subió. Pero tampoco he leído que los éideres tengan la costumbre de transportar a los pollos en la espalda así que el caso es raro, raro. En ocasiones, cuando los pollos ya están algo crecidos pero todavía no vuelan, le toca a la familia mudarse de lago (a pie) en busca de mayor abundancia de presas. Los colimbos no caminan porque las patas están demasiado atrás en el cuerpo, lo que va muy bien para nadar. Cuando han de moverse por tierra (rara vez a distancias superiores a los 150 m) se van arrastrando por la hierba levantado el pecho e impulsándose con las patas, en un remedo de natación poco elegante pero suficientemente efectivo.

Incluso tras dejar de alimentar a los juveniles, la familia permanece unida unas pocas semanas antes de que la descendencia empiece a independizarse y se marche cada cual por su lado hacia el mar, iniciando la migración otoñal costa pacífica abajo.

Muchos son los factores humanos que se suman a los naturales para fastidar a los colimbos y otras aves marinas: vertidos de petróleo, restos de redes sumergidas, molestias en las zonas de cría menos remotas… Aún así, se le considera la especie de colimbo más abundante de Norteamérica y la UICN lo clasifica de “no amenazado”.

Colimbo del Pacífico en la Gasfield Road (Barrow – Alaska 15-6-2008). Foto de Salva Solé.

eBird

Salvador Solé

Ornitólogo, fotógrafo, viajero y articulista. Socio de SEO/BirdLife desde 2002, colabora con el Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010 y desde el mismo imparte cursos y charlas, también es guía de excursiones ornitológicas divulgativas.