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Avilist…una sola lista, al fin

Tras cuatro años de estudios coordinados, cientos de reuniones de expertos y – cabe suponer – una ingente cantidad de discusiones y cabreos, las tres principales listas de aves del mundo – la eBird Clements Checklist, la IOC World Bird List y la BirdLife International Checklist – han terminado de dar a luz a la Avilist. Hasta ahora, l@s frikies de las aves estábamos obligad@s a suscribirnos a uno de esos tres listados para definir si determinada ave era o no era especie o subespecie. Avilist nos libera de tener que elegir entre ellas pues la mayoría de nosotr@s carecíamos de suficientes conocimientos para defender dicha elección. El principal artífice de esta iniciativa (Avilist) ha sido el ornitólogo Les Christidis, decano de la Universidad Southern Cross (Australia) y presidente de un consorcio global de ornitólog@s. Un comité de ocho expertos ha tomado las decisiones finales, ave por ave. Como todos son humanos, se pueden equivocar pero siempre cabe la posibilidad de rectificar, recurso fundamental de la ciencia.

Una de las dos cornejas cenicientas (Corvus cornix) que criaron en el Prat de Llobregat en 2016

El caso de la “corneja cenicienta” es espectacular; en 1997, cuando empecé a pajarear en serio, yo seguía la lista de BirdLife y, en ella, la corneja cenicienta estaba considerada una subespecie de la corneja negra (cornella negra). Desde entonces he visto como ha sido reconocida como especie propia, devuelta a subespecie, vuelta a reconocer como especie y ahora, en la Avilist, de nuevo aparece como subespecie, todo ello acaecido en 28 años de marear la corneja hasta que casi parece un chiste. Por enmedio hube de pasarme de la lista de BirdLife a la de Clements porque la Cornell Lab compró el Handbook of the Birds of the World, lo que complicó todo el asunto. Por cosas como ésta – y por otras razones – cantidad de científicos consideran que la taxonomía no es verdadera ciencia.

Avilist cambiará de año en año, pero cambiará para tod@s y no habrán listados disidentes, aunque ciertos expertos seguirán poniendo el grito en el cielo por decisiones y pareceres que consideran inadmisibles pero que solo pueden comprenderse y discutirse examinando sesudos estudios filtrados por sesgos personales. Lo que pasa es que la taxonomía no puede hallar un criterio objetivo de probada aplicación general, así que en cada especie y subespecie se decide – por consenso y tras un tira y afloja – que ese factor o este otro es tan relevante en este o el otro pájaro como para considerarlo especie por derecho propio o subespecie de otra. Desde Linneo hasta hoy no se ha hallado una fórmula o sistema claro para ordenar por jerarquías todo lo viviente ya que la naturaleza, muy a menudo, presenta sutiles gradaciones y mezclas de formas, coloraciones, nidificación, cortejos, cantos, preferencias de ecosistemas, de dieta, etc… un sin fin de elementos – con la genética en el centro – cada uno de las cuales puede tomarse más o menos en cuenta a la hora de trazar una línea razonada, tan objetivamente como sea posible, sobre qué especie o taxón es cada cual . Y por qué.

En consecuencia, Avilist nos sorprenderá cada año con nuevos “lumps” (especies que se convierten es subespecies) y “splits” (subespecies que son elevadas a la categoría de especie); no hay remedio. Pero eso ya no sucederá en tres listados diferentes con distintos modos de decidir si no solo en uno: aquel que – ahora sí – seguiremos tod@s. Y téngase en cuenta que, cada año, solo se dan cambios de clasificación en un pequeño tanto por ciento de las aves, ni siquiera en su vigésima parte.

Es un puntazo que lo hayan conseguido; en estos tiempos de divergencias ideológicas que, por supuesto, también han afectado a la ciencia, me parece grande esa convergencia que trasciende (mayormente…) los egos personales y nacionales. Ojalá eso marcase tendencia…

Piensa que, en los cruciales temas de conservación, se terminarán las discusiones sobre si esa especie es importante porque es única o solo se trata de una subespecie (también valiosa, pero menos) de otra más extendida. Será más fácil, pues, acordar qué hay que proteger y hasta que punto pues la tarea de la UICN para definir la Lista Roja de las Aves Amenazadas también se verá clarificada.
Como en la taxonomía todo es provisional, pasados unos años, las clasificaciones pueden cambiar. Pero si nos empeñamos en dividir la vida en clases, órdenes, subórdenes, familias, etc… (nadie nos obligó a ello) debemos asumir que es una tarea imposible y solo podremos hacer aproximaciones a base de consensuar la interpretación de los datos disponibles en cada momento. Pero el hombre, la mujer y les demás estamos aquí para ser felices partiéndonos los cuernos en misiones cuanto más difíciles y descabelladas, mejor.

Pardela balear (Puffinus mauretanicus) en el golfo de Roses.

A mediados del siglo XX la pardela balear estaba clasificada como subespecie de la pardela pichoneta (Puffinus puffinus), luego pasó a ser subespecie de la pardela mediterránea cuando ésta se elevó a especie separándose de la pichoneta. Más adelante (la balear) estuvo reconocida como especie propia y ahora, en Avilist, vuelve a ser subespecie de la mediterránea. Hasta la próxima, supongo…

A fecha de su primera publicación (11 de junio 2025) Avilist reconoce 11.131 especies de aves en el mundo mundial, divididas en 252 familias. Pasarán décadas hasta que todas las publicaciones acaben de adoptar este nuevo orden pero, ante cualquier duda, siempre se podrá recurrir – de inmediato y en su versión más actualizada – a una única fuente. Además, se continúa trabajando en la estandarización de los nombres comunes en cada idioma; ya tenemos todos los castellanos (de España) e incluso los catalanes. Ignoro cómo le va al gallego, al euskera, al aragonés y al andaluz. Pero ese es otro tema que progresa.

Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) en Aiguamolls de l’Empordà

En taxonomía no todo consiste en pasar de especie a subespecie y al revés; también se busca determinar la “verdadera” filiación de cada especie, es decir, con cuales está más directamente emparentada. Por eso cambian los nombres científicos. Ejemplos; ahora el chorlitejo patinegro (corriol camanegre), que sigue siendo especie, ya no pertenece al género Charadrius si no al más reducido y novedoso género “Anarhynchus”. El avetorillo común ya no es Ixobrychus minutus si no Botaurus minutus pues en la Avilist te explican que el género Ixobrychus, en bloque, “se fusiona con Botaurus a la espera de nuevas investigaciones que confirmen los límites genéricos y subgenéricos en este complejo” (se refiere al complejo Botaurus). De manera que más adelante, el avetorillo A) puede volver a ser Ixobrichus o B) tener un nuevo género, como le ha pasado al chorlitejo patinegro. Podría continuar rayándote sobre lo que ha pasado con los nombres científicos de la garcilla bueyera (ahora occidental), la garceta grande, la grajilla occidental, etc… pero no carezco de compasión.

Ante semejante aluvión de transformaciones (provisionales, para más inri), tirar la toalla es una tentación. De hecho, en el Grupo Local, volcad@s como estamos en la divulgación de base, hemos podido comprobar que la ignorancia en cuestiones de taxonomía no enturbia en absoluto el disfrute de las aves y la naturaleza. Así que yo solo expreso las obsesiones de quienes siempre queremos saber más porque entendemos que amar – entre otras cosas – es conocer.

Como somos seres imperfectos, imperfectas son nuestras obras y teorías, en especial si hablamos de taxonomía, pero ésta sigue siendo la sistemática más afín a la ciencia. Si no apuestas por la ciencia, manque se equivoque, las opciones son la religión, la superstición o la pura ignorancia, tres recursos que nacieron mucho antes que el espíritu científico y que, tras un sensible retroceso en los últimos tres siglos, llevan unos lustros recuperando adept@s que se sienten ofendid@s y desorientad@s por la aceleración, la creciente complejidad y los errores del progreso. Ese es un tema que excede los límites de la ornitología y me limito a señalarlo porque si no lo hago reviento. Dejando de lado semejante asunto, Avilist es un paso adelante del que cualquier pajarer@ debería, al menos, tener noticia ya que, además, en el mundo ornitológico, donde – sin ir más lejos – hace poco dimos por extinto al zarapito esquimal, las malas noticias son legión. Por eso no podía saltarme la ocasión de compartir esta buena noticia; el nacimiento de Avilist y su consenso, por mucho que, siendo así mismo algo vivo, continue cambiando.

Nota: Avilist, en formato Excel, puede descargarse desde la web “Birds of the World” si estás suscrit@. Si no, me la puedes pedir escribiendo a ignicapillus@gmail.com

© Salva Solé todas las fotos

Salvador Solé

Ornitólogo, fotógrafo, viajero y articulista. Socio de SEO/BirdLife desde 2002, colabora con el Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010 y desde el mismo imparte cursos y charlas, también es guía de excursiones ornitológicas divulgativas.