¡Conócelas!

Cardenilla crestada: por su cresta
Sit cardenal crestat - Paroaria coronata (Red-crested Cardinal)

La familia Thraupidae es uno de los grandes cajones de sastre de aves centro y sudamericanas, con nada menos que 384 especies y la burrada de 107 géneros. Tanta diversidad abarca desde las genuinas tangaras a los pinchaflores y géneros como este (Paroaria) que nos recuerdan a los pinzones o escribanos del viejo mundo, con los cuales no están demasiado emparentados. El género Paroaria consta de seis especies y coronata seguramente es la más llamativa, por su cresta.

Vive en entornos abiertos y semiabiertos con matorral, arboledas clareadas, terreno agrícola, parques y jardines urbanos. Muy a menudo en la próximidad de algún tipo de humedal, pero no está limitado al entorno de estos ecosistemas. A la hora de criar puede aprovechar el bosque denso pero suele alimentarse en zonas poco arboladas durante la mayor parte del año y la mayor parte de su distribución, que incluye el N.E. de Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay y sur de Brasil. Ha sido introducido en otros lugares del mundo como Hawai y Puerto Rico.

De punta de pico a punta de cola mide 19 cm y carece de diferencias externas entre machos y hembras (ausencia de dimorfismo sexual). Tampoco presenta cambios estacionales de plumaje que se puedan apreciar en el campo; como en tantas otras aves, en mano sí que se observa el desgaste del plumaje viejo y el crecimiento del nuevo.

Es bastante omnívoro aunque principalmente se alimente de semillas, frutas, bayas e insectos. También brotes tiernos y, en Hawai, incluso basura. Suele comer en el suelo o a baja altura, en la vegetación.

Cría de octubre a febrero y a alta velocidad: como mucho 26 días desde el inicio de la construcción del nido hasta que los pollos empiezan a revolotear. ¿Porqué tanta prisa? Pues parece ser que la causa es el alto índice de depredación a cargo de aves rapaces, lagartos, serpientes, pequeños y medianos mamíferos… Con frecuencia necesita hacer varios intentos de cría en una misma temporada, lo que supone montar varios nidos, aunque generalmente dentro de la misma zona. En un estudio, solo 6 de 69 nidos lograron sacar adelante un juvenil superviviente. En otro, que monitorizó 367 nidos, la tasa de supervivencia fue del 26%. Pienso que eso puede variar mucho dependiendo de la cantidad y variedad de depredadores que cada zona albergue y de otros factores como la densidad de la vegetación (que oculte mejor o peor el nido) o cuanto tiempo deban ausentarse los adultos para encontrar comida.

Es el macho quien construye los nidos: monta una clásica copa trenzada con tallos, ramitas y hierba y forrada por dentro con material más fino, incluido pelo de ganado. La hembra es quien se encarga de incubar. La puesta típica consta de tres huevos. Cuando eclosionan, ambos progenitores alimentan y defienden a los pollos.

El tordo renegrido, un pariente cercano del tordo cabecipardo (vaquer capbrú) cuyo artículo puedes encontrar en “Conócelas”, parasita las puestas de cardenilla crestada, dejando en ellas un huevo propio y perforando a picotazos los de la desafortunada pareja que, de no abandonar el nido ante ese asalto, se dedicará a sacar adelante al hijo de su estafador. Por suerte, el éxito de la parasitación es ínfimo: en 67 nidos de 68 parasitados el huevo del tordo fue rechazado por la pareja y ésta inició un nuevo intento de cría. Como, además, en otro estudio se vió que solo 2 nidos de 69 sufrieron intentos de parasitación, está claro que este llamativo “truco del cuco” solo supone un perjuicio marginal para la reproducción de la cardenilla coronada. Sin embargo, los parásitos invertebrados (tipo garrapata) que se ceban en la sangre de los pollos aumentan la mortalidad en mucha mayor proporción que el parasitismo de nidada a cargo de oportunistas como el tordo renegrido.

Y, claro, luego estamos nosotros… Resulta que esta vistosa especie es muy codiciada como ave de jaula pues canta bien, lo cual, regionalmente puede suponer un problema para su población ya que muchos ejemplares salvajes se capturan para venderlos.

Asombrosamente, apesar de todo lo que tiene que soportar, la cardenilla crestada se las apaña para ser un ave común – e incluso abundante – en bastantes zonas. Si bien puede constatarse algún declive local y/o temporal de su número, se considera que su población total permanece estable y la UICN la clasifica como “no amenazada”.

Cardenilla crestada en la Costanera Sur (Buenos Aires – Argentina 13-10-2006). Foto de Salva Solé.

eBird

Salvador Solé

Ornitólogo, fotógrafo, viajero y articulista. Socio de SEO/BirdLife desde 2002, colabora con el Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010 y desde el mismo imparte cursos y charlas, también es guía de excursiones ornitológicas divulgativas.

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