Tordo cabecipardo: cuco mediocre
Vaquer capbrú - Molothrus ater (Brown-headed Cowbird)
A quien haya leído los últimos quince artículos le sonará este pájaro. Pero lo único que he dicho de él es que intenta parasitar, a la manera del cuco, las nidadas de correlimos batitú, reinita gorjinaranja y ampelis americano. Me pareció que, puesto que ya había asomado en varios artículos, le correspondía tener uno propio.
Icteridae es una familia del Nuevo Mundo cuyas 106 especies (30 géneros) se distribuyen desde Alaska hasta Tierra del Fuego ocupando prácticamente todos los ecosistemas de tan vasto territorio. Solo unos pocos de ellos hacen como nuestro cuco: pasan de criar a su prole poniendo los huevos en nidos de otras aves y confiando (a menudo en vano) en que la jugarreta tenga éxito.
Lo de “tordo”, sinónimo de “zorzal”, induce a confusión pero es comprensible que, por su tamaño y plumaje oscuro, en los inicios de la taxonomía de las Américas, varios miembros de la familia Icteridae se considerasen similares a los de la Turdidae, con la que no está emparentada y contiene a los genuinos mirlos y zorzales que, para más lío, también cuentan con muchos representantes en el Nuevo Mundo. Aunque allí tampoco faltan cucos, el tordo cabecipardo es el parásito de nidada más versátil y mejor estudiado de Norteamérica.
Su área de distribución en época de cría alcanza la máxima dimensión en el oeste de Canadá y EE.UU. pues va desde el sur del estado canadiense de Northwest Territories hasta el sur de California, Arizona y New Mexico. En el este de Canadá queda limitado a zonas meridionales de ese país. En el resto de EE.UU. y mitad norte de México es una ave residente que baja hasta el centro de México en invierno.
Originariamente vivía en las grandes llanuras herbosas, asociado a los bisontes cuyos excrementos atraían a los insectos así como el paso de las masivas manadas los levantaba y los ponía a tiro de aves como ésta. El bisonte estuvo a punto de extinguirse pero el tordo cabecipardo triunfó igualmente porque el ser humano, al talar los bosques, multiplicó los espacios abiertos. Además, se adaptó al terreno agrícola, pastos arbolados, jardines e incluso parques urbanos. Su exitosa expansión expuso a muchas más especies de aves al parasitismo que nunca dejó de practicar. En algunos casos – como en el de la reinita de Kirtland – las ha acercado al riesgo de extinción.
De punta de pico a punta de cola mide entre 16 y 20 cm siendo las hembras 2 cm más pequeñas que los machos y de una coloración parda bastante uniforme – con alas negruzcas y garganta clara – muy distinta a la de sus parejas. En las fotos solo he ilustrado el macho.
Aunque hasta un 75% de su dieta lo consituyen semillas herbáceas, el 25% de invertebrados parece ser muy relevante para su salud y desarrollo. Esas proporciones varían según las estaciones del año y los alimentos diponibles a nivel local. A menudo se asocia al ganado (ovejas, vacas, caballos…) tal como, en origen, estuvo asociado a los bisontes.
¿Cómo lleva el tema de la pareja una especie que no nidifica? Parece que tiende a la monogamía con puntuales infidelidades (sobre todo por parte del macho) pero, dependiendo de la proporción de sexos en cada área, las parejas pueden ser consecutivas en pocos meses, formarse pequeños harenes (de machos o de hembras) o cualquier combinación de sistemas.
Y ahora viene lo bueno: se han documentado huevos de tordo cabecipardo en nidos de 220 especies de aves y consta que los pollos han llegado a ser criados por padres involuntariamente adoptivos de 144 especies; una burrada. Los tamaños de las aves hospedadoras varían desde el de un reyezuelo al de una alondra, es decir; todo son aves entre pequeñas y muy pequeñas. La que más veces resulta “engañada” por el tordo cabecipardo es la reinita de manglar (Setophaga petechia), que hace años traté en “Conócelas”. A pesarde eso, es un pájaro que abunda.
La hembra del tordo cabecipardo puede poner los huevos tanto durante la construcción del nido (una minoría) como cuando la especie hospedadora ya está incubando. Téngase en cuenta que una elevada proporción de los huevos del tordo son rechazados por los huéspedes así que la hembra ha de poner muchos más huevos que un paseriforme “normal” para que al menos uno de ellos deje descendencia adulta apta para reproducirse. Quizás por eso los huevos son pequeños en comparación al tamaño del ave; para poder producir más. Y si son pequeños han de ponerse en nidos de aves pequeñas para evitar que se delaten por el tamaño. Pero el pollo ha de crecer rápido para ganar preferencia por sobre sus no hermanos. Aunque la hembra de tordo cabecipardo procura ser furtiva y poner su huevo en un despiste de los propietarios del nido (de media tarda entre 20 y 40 segundos en ponerlo, con un record de 4 segundos) a veces incluso expulsa a los padres. Y no se olvida de “despeñar” uno de los huevos legítimos ya que las aves saben contar y un huevo de más levanta sospechas. A veces no atinan y ponen huevos en nidos abandonados. No he leído que los pollos de tordo cabecipardo expulsen del nido huevos o pollos pero el mayor tamaño que pronto desarrollan esos neonatos tiende a obtener más respuesta alimenticia de los padres que sus verdaderos hijos; aunque al cabo de un par de semanas el pollo “espúreo” sea enorme y muy distinto del resto de la nidada, eso no altera la devoción de los padres adoptivos.
Y una ventaja añadida de ser parásito de nidada es que ninguna listilla va a poner huevos en tu nido. Pero también se ha documentado que más de dos hembras de tordo cabecipardo han puesto huevos en un mismo nido, así que puede haber competencia ya que difícilmente los agobiados padres serán capaces de alimentar a ambos gigantes.
Ya habrás deducido que la IUCN considera no amenazado al tordo cabecipardo; más bien él es la amenaza pues, como he mencionado más arriba, varias especies de paseriformes – ya de por sí escasas – sufren mermas de población a causa de su parasitismo.
