Lavandera boyera: la vaquera de la Finojosa
Cuareta groga - Motacilla flava (Western Yellow Wagtail)
Tal como se hizo con una garcilla frecuentadora del ganado, esta lavandera debería haberse apellidado bueyera. O mejor, lavandera ganadera. Porque lo de boyera ha dado pie a muy malos chistes. Y, lo que es peor, no se entiende; pues hoy en día, con el abandono de los usos tradicionales del campo, cuesta más ver un buey que un avestruz y el término arcaico “boyera” ha tomado otro significado coloquial. Pero los expertos nomenclátores no han prestado la debida atención a este detalle durante la reciente revolución taxonómica de los paseriformes y, aunque la polla de agua se convirtió en gallineta común, la lavandera se nos ha quedado boyera. Pos vale… Eso sí, se la ha separado (splitado, se dice en “spanglish”) de sus seis razas orientales que pasan a formar una nueva especie; la lavandera de Chukotka (Motacilla tschutschensis), cuyo apellido esquimal alude a su remota y norteña distribución, que abarca el tercio oriental de Eurasia y llega hasta Alaska.
La lavandera boyera es migradora así que cría en los dos tercios occidentales del continente euroasiático, pero pasa el invierno en la India y el África subsahariana.
Tiene poblaciones residentes en la mitad occidental de Marruecos, así como en Egipto y Sudán del norte, aunque solo a lo largo del río Nilo. Para criar escoge ecosistemas abiertos, herbosos y húmedos; prados semi-inundados, herbazales y estepas próximas a lagunas de diversos tipos, tierra de pastos… Para dormir se concentra en carrizales, tamarindales y otros entornos acuáticos con vegetación densa y tirando a alta donde se siente razonablemente a salvo. En migración, a veces los dormideros cuentan con centenares de individuos.
Cuando pillamos un grupo de lavanderas boyeras resulta interesante fijarse en sus variaciones ya que, de sus once subespecies, al menos cinco son comunes en paso por Catalunya y España: iberiae (la que cría en la península ibérica), cinereocapilla (Italia, Eslovenia), thunbergi (Escandinavia), flava (norte y centro de Europa) y flavissima (Inglaterra). Los machos de los ejemplares típicos de cada subespecie son fáciles de diferenciar por los diversos diseños de plumaje de la cabeza y garganta.
Pero como las subespecies se hibridan en sus zonas de contacto, también hay machos difíciles de adjudicar a una u otra subespecie. Las hembras, salvo la de M. f. thungergi, son muy similares entre sí, como la que aparece en la foto de cabecera. Con estas ilustraciones podéis deducir a qué subespecie pertenece el macho de la foto de abajo. Ya veis que hablamos de un pájaro que se ríe de la uniformidad.
La lavandera boyera (16,5 cm de punta de pico a punta de cola) se distingue fácilmente de la lavandera cascadeña por el color del manto (espalda) que es verde en la boyera y gris en la cascadeña. En época de paso (primavera y otoño) también se la encuentra en cultivos más secos y, a menudo, allí donde el ganado (vacas, ovejas y caballos) “levanta insectos con sus patas y atrae bichos con sus cacas“. Porque la dieta de esta lavandera es previsible; invertebrados terrestres y acuáticos variados, aunque también semillas.
No es raro verla junto a la garcilla bueyera, ya que ambas – como los estorninos – aprovechan los beneficios de asociarse a los rebaños.
Hay días de primavera y otoño en que abunda en sus hábitats preferidos porque a veces llegan en oleadas e invaden literalmente los prados y campos. Si la queréis ver, os aconsejaría visitar, entre mediados de abril y mediados de mayo, Cal Nani (Cal Tet, Delta del Llobregat) y/o los pastos de El Matá (Aiguamolls de l´Empordà). Los salicorniales de El Goleró (hemidelta norte del Delta de l´Ebre) son una buena zona de cría entre abril y agosto.
