Roquero rojo: el rocker on the rocks
Merla roquera - Monticola saxatilis (Common Rock-thrush)
¿Un fan de Barón Rojo o Bruce Springsteen? Pues no lo sé. Fan de las rocas sí que lo es ya que conforman su hábitat y es muy estricto al respecto. Para cantar, puede que le apetezca subirse a un arbusto o a un pino negro, pero como el roquero rojo hace siempre el nido en oquedades minerales, aunque acepte pasarse sin verdaderos riscos, en su entorno ha de haber roca. Ahí se las apaña para alimentarse de insectos variados (escarabajos, saltamontes, grillos…) y no le hace ascos a una lagartija ocasional o una ranita descuidada.
Es un visitante estival que pasa el invierno al sur del Sáhara y, al llegar la primavera, regresa a sus zonas de reproducción en la franja de clima templado de Eurasia, desde el centro de China hasta Portugal.
En Catalunya no es fácil de ver porque no abunda en ningún sitio; se le calcula una población de entre 500 y 1500 parejas. Ese generoso margen de 1000 parejas habla alto y claro de lo difícil que es censar una especie tan dispersa y montana. Aunque algunos ejemplares excéntricos se acomodan en zonas tan bajas como el Cap de Creus, la mayoría prefiere alturas superiores a los 1300 m sobre el nivel del mar, aunque inferiores a los 2400 m. Y son territorios poco comunicados, salvo por senderos.
Los pasos de carretera altos de los Pirineos, como el Coll de Pal (Bagà, en el Berguedà) o el Port de la Bonaigua, ofrecen razonables oportunidades de avistarlo sin necesidad de emprender una larga expedición a pie.
Parece ser que el roquero rojo se ríe del fuego; según nos cuenta el “Atlas dels ocells nidificants de Catalunya (1999-2002)” se ha constatado que los incendios forestales, al librar a la roca de su cubierta vegetal, han estimulado la expansión de esta especie por nuestras montañas prelitorales.
El roquero rojo es un túrdido (no, un aturdido, no) y por tanto pertenece a la misma familia que el mirlo común y los zorzales. Tiene un tamaño similar (entre 16 y 19 cm de punta de pico a punta de cola). El macho se cuenta entre las aves más vistosas de la montaña, pero la hembra luce una discreta camiseta a rayitas, con poco color naranja y nada de azul. Cuando veáis una hembra con parches azules, no os engañéis; se trata de un macho joven. Además de vistoso, canta tan ricamente y a veces acompaña el recital con exhibiciones aéreas de aleteos y picados. Vamos, que no queda tan lejos de lo que se espera de una estrella del rock…