Aura gallipavo: el más común de los sietes magníficos
Zopilot capvermell - Cathartes aura (Turkey Vulture)
Este es el buitre más extendido en las Américas. Las poblaciones migratorias norteñas llegan en verano a criar en la mitad sur de Canadá mientras que lo puedes encontras en Tierra del Fuego y absolutamente todos los países que median entre ambos extremos, incluidos los insulares caribeños. Ausente en las islas Galápagos pero presente en la Malvinas.
Siete – como los siete magníficos – son los buitres del Nuevo Mundo, descendientes de al menos cuatro distintas familias de aves, que han convergido evolutivamente hasta tener el aspecto que asociamos a los buitres: cabezas peladas, cuellos de mediana longitud, talla entre grande y enorme, plumaje oscuro… En “Conócelas” ya hablé del condor andino, el zopilote rey y el zopilote negro; junto al aura gallipavo y a otras tres especies más conforman la familia Cathartidae, exclusiva de Norte, Centro y Sudamérica.
El tamaño del aura gallipavo resulta modesto para un buitre: entre 64 y 81 cm de punta de pico a punta de cola y entre 150 y 200 cm de envergadura alar. Carece de dimorfismo sexual ya que, aunque las hembras son, en promedio, más voluminosas que los machos, en el campo es imposible distinguir los sexos pues una hembra pequeña puede ser algo menor que un macho grande.
Su ecosistema preferido es una mezcla de bosque denso y zonas abiertas agrícolas con arboledas clareadas y asentamientos humanos, que proporcionan mucha carroña/basura. Pero va a aparecer allí donde haya comida, por remoto que sea el enclave siempre que no existan parientes de mayor tamaño que lo expulsen del área.
Es un carroñero de amplio espectro que igual se posa sobre el cadaver flotante de un manatí que se reune con colegas alrededor de un perro recién atropellado: pescado, serpientes, focas, ciervos, otras aves… cualquier carroña le viene bien esté en el suelo, en lo alto de un árbol (menos habitual), sobre el asfalto, en suburbios urbanos, etc… Se le ha observado zambulléndose como una gaviota para pillar algún pez muerto que flota justo bajo la superficie; lo que haga falta menos bucear. No suele transportar la comida y la despacha allí dónde la encuentra. Prefiere la carne fresca pero si la piel es dura y ningún otro buitre mayor la ha perforado, espera a que el bicho se pudra y se ablande. Lo primero son los ojos y la lengua. Como en las Américas abunda la fauna – mucha más que en Europa, según mi experiencia – hay cantidades ingentes de estos y otros buitres (como el zopilote negro) que trabajan cada día despejando el terreno de pequeños cadáveres y reduciendo en lo posible el bulto de los grandes. Esa labor es vital para mantener la salubridad de los ecosistemas. Y el aura gallipavo está especialmente equipado para llevarla a cabo gracias a un olfato inusualmente desarrollado en el mundo de las aves superando incluso a sus parientes; sus bulbos olfativos son cuatro veces mayores que los del zopilote negro. Eso le permita localizar carroña volando sobre el bosque denso, donde es imposible ver el suelo.
Hay compañías de gas que han introducido el etilmercaptano (un compuesto que el aura gallipavo rastrea muy bien) en su suministro de gas para localizar fugas en sus gaseoductos gracias a la presencia de estos buitres, un tanto desconcertados, supongo.

Se sabe casi todo sobre la reproducción de esta especie en Norteamérica y solo datos sueltos en Centro y Sudamérica, pero mucho de lo que es válido en el norte cabe considerarlo razonablemente cierto en el sur.
Para nidificar necesita huecos de cierto tamaño, al igual que, por ejemplo, el búho real. Pero le da igual dónde estén; madrigueras de mamíferos, cualquier edificio abandonado, desde graneros y fábricas a observatorios pasando por pocilgas, grandes árboles muertos (incluidos los tumbados), cuevas… Pero ha de ser un sitio tranquilo, sin afluencia de gente y relativamente a salvo de depredadores. Más que hacer un nido, acondiciona el sustrato, sean hojas secas, arena, piedrecitas, paja… Con el cuerpo y a picotazos, de tarde en tarde y como de forma casual, a lo largo de días e incluso semanas, va creando una zona algo deprimida y con material fino sobre la cual, directamente, pondrá los huevos. Debido a que no se distingue el macho de la hembra (excepto si los has marcado de alguna manera) no he leído quien se dedica más a trabajar en el nido. Tampoco es fácil decir si la pareja que vuelve a él (algunos usados durante 19 años) es la misma del año pasado u otra. La hembra pone habitualmente dos huevos, a veces uno y raramente tres. Ambos conyugues incuban a lo largo de un periodo que va de los 28 a los 42 días. Parece que los huevos pueden soportar largos ratos sin incubar y un amplio rango de temperaturas. De día, pocas veces el mismo miembro de la familia incuba durante dos horas seguidas (en promedio, media hora) pero por la noche esas sesiones se extienden. Entonces, quien no está incubando suele irse a descansar a un dormidero comunitario que puede estar lejos del nido.
Las auras gallipavo defienden a sus huevos y polluelos con un completo catálogo de estrategias: pantomima del ala herida, amagos de ataque con alas y pico abierto, saltos, regurgitar, hacerse el muerto…
Durante dos semanas, ambos conyugues alimentan con frecuencia a los pollos pero a partir de ahí solo tres veces al día. Al principio les dan alimento predigerido que el pollo toma directamente del pico del adulto. Luego les llevan pedazos de comida porque ya pueden asimilar los alimentos sólidos.
Si el hueco del nido está en un árbol, los pollos empiezan a saltar aleteando al cumplir los dos meses de edad pero en acantilados y edificios donde no sea posible revolotear entre puntos cercanos, tardan dos meses y medio en realizar los primeros vuelos. Una vez independizados, los juveniles se mantienen juntos un tiempo aunque ya no se acercan a los padres, que los expulsan de su zona de los dormideros. En las poblaciones que migran, parece que los juveniles tampoco vuelan junto a sus progenitores: se las apañan por su cuenta.
Un ave con tantos recursos y una flexibilidad tan grande en diversos campos (alimentación, nidificación, ecosistemas, defensa…) es un ave próspera y difícil de extinguir. Además, al igual que tantas otras, en Norteamérica está protegida por la ley y te pueden caer multas de hasta 15.000 dólares y/o seis meses de carcel por matarla. También en México tiene protección legal y, aunque no sé como está el asunto en otros países (Brasil, Venezuela, Bolivia, etc…) es un bicho que a menudo resulta localmente abundante. Y común en enormes extensiones continentales e insulares; la UICN solo puede considerarlo “no amenazado”.
