Pajareando por Araós y la Bonaigua
Salida ornitológica del Grupo Local SEO Barcelona junio 2016 para observar aves montanas y alpinas

Cada primavera, desde hace cinco, el Grupo Local SEO Barcelona ha llevado a cabo una salida ornitológica a la zona de Araós y el Port de la Bonaigua para observar aves montanas y alpinas. Esta vez batimos un record de asistencia porque fuimos quince personas – servidor incluido – pero aun así los bosques y los prados nos mostraron sus tesorillos pajariles. Nunca todos, claro, pero sí buena parte.

Sábado 11-6-2016

Partimos puntualmente a las 8:10 de Barcelona (Palau Reial), cosa meritoria siendo tanta gente. Paramos en Tremp para desayunar. Más adelante, la pausa en la riera de Rialp permitió observar un adulto y un joven de mirlo acuático europeo, objetivo principal de la parada. La lavandera cascadeña añadió la guarnición a ese primer plato.

A las 13:40 llegamos al albergue de Arestuí y comimos de lo traíamos de casa antes de declarar tiempo libre para dejar pasar las primeras horas de la tarde. Vimos que los aviones roqueros ya tenían nidos terminados bajo los aleros del albergue. Unos cuantos nos dedicamos a pasear por la carretera donde pillamos los primeros gamos y algunas aves que luego se prodigaron poco, como el agateador europeo y el camachuelo común.

A las 16:00 subimos a los coches para realizar un primer recorrido por el Bosc de Virós. En las Bordes de Virós, pista arriba desde la fuente, sacamos la culebrera europea, pico picapinos, bisbita arbóreo y mosquitero papialbo entre otras especies más comunes como el arrendajo euroasiático, carbonero garrapinos y mito común.

Luego realizamos otro paseo más arriba, en las Bordes de Buiró, caminando hasta la ermita de les Santes Creus, en su recóndito claro del bosque. Pero fue en los prados frente a las bordes donde vimos los primeros verderones serranos de la salida.

Durante el descenso tuvimos alguna visión fugaz de corzo. Regresamos al albergue hacia las 20:50, a tiempo de despachar una de las famosas cenas pantagruélicas que Montse y Chus preparan cada vez que los visitamos. Quien supo lo que le convenía, se fue a dormir antes de las 23:00.

Domingo 12-6-2016

El amor a las aves se demuestra de muchas maneras pero, sobre todo, madrugando; a las 6:30 atacábamos el desayuno y a las 7:15 h arrancábamos. La segunda visita al Bosc de Virós tuvo su primera parada cuando una alondra totovía que se resistía a salir de la carretera o alzar el vuelo se mostró generosamente; a pesar de ir cinco coches en procesión nadie se la perdió; eso es una ave amiga y lo demás, pajaritos.

De nuevo nos detuvimos en el prado de las Bordes de Buiró donde volvimos a ver varios ejemplares de verderón serrano pero solo atisbos en vuelo de camachuelo común. En las inmediaciones del refugio del Gall Fer  pudimos disfrutar – esta vez sí – con cierta proximidad, de los verderones serranos y, no sin echarle paciencia (hasta que llegaron y bajaron al suelo) de un grupito de piquituertos comunes. Tras casi una hora en esa zona, emprendimos ruta directa al Port de la Bonaigua. Se tarda cosa de media hora, pero vale la pena.

Hicimos la primera parada de esa ascensión en la iglesia de la Mare de Deu de les Ares. Dejamos los coches y caminamos vallecillo herboso arriba para gozar de buenas vistas del alcaudón dorsirrojo. Cierto que nos falló el escribano cerillo pero la aulaga estaba en todo su amarillo esplendor y cubría grandes extensiones de ladera; gran espectáculo botánico.

La segunda parada la realizamos en la zona rocosa de más arriba donde observamos sin problemas varias collalbas grises y acentores comunes, algún colirrojo tizón y, en las altas laderas, la escasa chova piquigualda. De propina, una marmota.

Finalmente alcanzamos el propiamente dicho Port de la Bonaigua (2072 m) donde tres chovas piquirrojas, un lejanísimo bisbita alpino, el vuelo de un quebrantahuesos y un rebeco remataron la jornada. A medio descenso todavía hicimos otra parada, pero ya no añadimos nada al listado. Allí nos despedimos de Ricard, que se quedaban por la zona. L@s demás bajamos a comer al bucólico picnic de la Guingueta de Aneu antes de iniciar el regreso a Barcelona.

A pesar de algunas ausencias dolorosas – como el picamaderos negro, el escribano cerillo, el mirlo capiblanco y el roquero rojo – a tales alturas el paisaje nunca defrauda, tuvimos un tiempo amigable (más bien fresquito) y quedamos bien content@s ¡Hasta el año que viene!