Correlimos batitú: símbolo de las praderas
Territ cuallarg - Bartramia longicauda (Upland Sandpiper)
A fecha del 2024, esta es la primera especie – la única del género Bartramia – que aparece en la extensa familia de limícolas Scolopacidae (97 esps.) precediendo a los zarapitos, con los que está emparentado. Se trata de una límicola singular pues no depende de los humedales y es uno de los símbolos de las praderas suboreales y boreales del neártico. Puesto que solo cría allí, se le considera bioindicador de la salud de ese tipo de ecosistemas, tan reducidos y degradados a causa de su conversión a terreno agrícola o urbano. Pero donde se dan las condiciones óptimas es relativamente común y a veces incluso anida en cunetas de carreteras y campos arados. En migración y en invierno aparece en cualquier extensión de terreno abierto con algo de hierba y matorral, también en tierra arada y terreno agrícola.
Su distribución en época de cría incluye algunas zonas del este de Alaska (EE.UU.) y los estados canadienses de Yukón, Northwest Territories, Alberta, Saskatchewan y Manitova. De nuevo en EE.UU. lo encontramos disperso por todos los estados que tienen frontera con Canadá a excepción de Washington. También los del centro y el noreste de EE.UU. Migra miles de kilómetros (hasta 10.000, en algunos casos) para ir a pasar el invierno en el verano austral desde Bolivia hasta el norte de la Patagonia argentina, incluyendo Uruguay, Paraguay y el S.O. de Brasil.
De punta de pico a punta de cola mide entre 28 y 32 cm. En promedio, las hembras suelen ser algo mayores que los machos pero, por lo demás, son idénticas (ausencia de dimorfismo sexual).
En Norteamérica se alimenta de entre un 95 y un 97% de pequeños invertebrados y entre un 3 y un 5 % de semillas. Toda el agua que necesita la obtiene de los invertebrados pues nunca se le ha visto echar un sorbo: no hay demasiadas aves de las que se pueda decir eso.
En el correlimos batitú la formación de la pareja suele darse antes de llegar a los terrenos de cría, aunque en los estados más meridionales (centro de EE.UU.) a menudo puede tener lugar en las propias zonas de anidación. Sea donde sea, se empareja a principios de mayo. El nido es una depresión somera (2,5 cm de profundidad) escarbada con las patas entre hierba de mediana altura que la oculte. Como esa tarea la pueden llevar a cabo ambos conyugues y, como mucho, solo requiere 12 minutos de trabajo, la pareja inicia varios intentos de nido – ¡hasta 17! – antes de decantarse por uno. El proceso de forrarlo con hojas de hierba seca se inicia con la puesta del primer huevo y se termina con la del tercero (suele poner cuatro). El período de incubación dura entre tres y cuatro semanas. Los polluelos recién nacidos son nidífugos y, en una semana ya consiguen alimentarse en gran medida por sí solos. Pueden volar aproximadamente a las cuatro semanas de edad. El correlimos batitú solo intenta una segunda puesta si se malogró la primera. En raras ocasiones, el tordo cabecipardo (Molothrus ater) – un paseriforme “vecino de pradera” – intenta parasitar sus nidos (poner sus propios huevos allí), pero no se ha constatado ningún caso en el que tenga éxito.
La IUCN lo considera no amenazado al correlimos batitú pues su población se estima en unos 750.000 ejemplares y puede convivir con la ganadería en pastos no intensivos. Aún así, son muchas las zonas donde se ha extinguido como reproductor a causa de la degradación de los ecosistemas. Por suerte todavía le quedan algunas amplias regiones donde consigue prosperar.