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Cuervo desertícola: otro de la chicha
Corb del desert - Corvus ruficollis (Brown-necked Raven)

Hay varios cuervos que se atreven con el desierto, empezando por el cuervo grande (corb comú) y sin olvidar el cuervo colicorto, muy localizado en el extremo oriental del área mediterránea. Pero el desertícola es el más apegado a las zonas extremadamente áridas donde sin duda debe poner en juego toda su inteligencia para encontrar algo que comer. Hay diversas aves en ese tipo de terreno pero ésta es de las más grandes y eso dificulta conseguir comida suficiente; con cuatro semillas y un par de oruguitas – que ya alimentan a algunos alaudidos – un bicho que supera el medio kilo no sobrevive; necesita bocados más sustanciosos pero que abundan menos.

Habita diferentes tipos de desiertos y semidesiertos, estribaciones montañosas (donde se encuentra con el cuervo grande), sabanas secas, cultivos y oasis, vertederos de basura e incluso campamentos militares. Prefiere que haya algo de vegetación arbustiva y algunos árboles. En las tierras altas del desierto oriental de Egipto llega a criar a 2000 m.s.n.m.

De punta de pico a punta de cola mide entre 52 y 56 cm y ambos sexos presentan el mismo aspecto (ausencia de dimorfismo sexual). Supera en 2 cm la longitud media de la corneja negra (cornella negra) así que queda bastante por debajo del cuervo grande, con su máximo de 69 cm. Ya he mencionado antes que el tamaño es importante para la supervivencia en lugares con poca comida.

Pero ¿dónde? Está presente en todos los países saharianos y más allá, hacia el este, pasando por la península arábiga y llegando al sur de Kazajistán y SO de Pakistán.

Es mayormente sedentario, aunque las poblaciones de Kazajistán solo frecuentan ese país entre marzo y octubre y algo similar pasa en Jordania y la región del Sinaí. Otros desplazamientos registrados (sin contar divagantes) estarían relacionados con las lluvias estacionales.

Aunque es omnívoro, siempre prefiere la chicha: habitualmente tira de invertebrados tales como caracoles, grillos, langostas, escarabajos, arañas y demás. Pero, si lo encuentra y consigue atraparlo, se come todo lo que se menea: pequeñas tortugas y serpientes, lagartos, ranas, pollos de aves y roedores. También roba huevos y llega a matar corderos y gacelas recién nacidas y enfermizas. Se documentó una bandada que intentaba cazar una liebre. Patrulla las carreteras para aprovechar los animales atropellados y las orillas del mar en busca de peces muertos. Busca parásitos en las cabezas de burros y dromedarios. Se junta con los buitres para despachar basura y cadáveres. Tampoco desperdicia la materia vegetal; maíz, cebada, dátiles, fruta y bayas. A medudo colaboran varios ejemplares para localizar y capturar comida.

Esta es un ave monógama cuyo vínculo de pareja posiblemente dure de por vida. Nidifica en solitario: en Israel, no se ha medido una distancia entre nidos inferior a 1,2 km. Ambos conyugues lo construyen a base de ramas, palos y raíces. El interior de la copa lo revisten con fibras vegetales, plumas, papel, lana, pelo y tela. Si hay árboles, hacen el nido en alguno pero si no usan torres de alta tensión o postes telefónicos. En lugares donde ni siquiera hay eso, lo montan en el suelo, entre matorrales. Pero también utilizan edificios abandonados y montones de chatarra. O acantilados que, en Arabia, a menudo se hallan inmediatamente debajo de los enormes nidos del buitre orejudo. A veces okupa antiguos nidos de aves rapaces como el ratonero moro (Buteo rufinus) o el águila pescadora. Suele utilizar el mismo lugar de anidación durante muchos años.

Puede poner entre 1 y 7 huevos, generalmente 4 o 5; pero en los desiertos más severos la puesta es de 2 a 3. La incubación mayoritaria – o quizás totalmente – es tarea de la hembra que dedica a ello un período de entre 18 y 23 días. Ambos conyugues alimentan a los polluelos y, en ocasiones un joven del año anterior asiste a la pareja para criar a la siguiente generación. Los jóvenes vuelan bien al cabo de mes y medio de haber salido del huevo, pero permanecen con sus padres durante varias semanas antes de unirse a una bandada errante de ejemplares no reproductores.

Como está ampliamente extendido y es común en extensas áreas, la IUCN lo considera “no amenazado”. Ha aumentado su población en Israel desde el año 1960 tras la proliferación de campos militares y el cultivo del desierto. Aún así, allí solo se cuentan varios cientos de parejas (datos sin fechar). En Argelia parece estar propagándose hacia el norte. En Marruecos es escaso y está localizado en llanuras áridas al sur de las cordilleras del Atlas. Se han hecho pocos cálculos sobre el número global de ejemplares, pero en Egipto la población se estima entre 10.000 y 100.000 parejas y en los Emiratos Árabes Unidos entre 500 y 1500. Una pareja de origen desconocido probablemente anidó en el año 1990 en Gran Canaria. Está claro que se trata de una especie exitosa y adaptable, aunque la competencia con la corneja negra y el cuervo grande puede restringir su expansión por el norte de África y Oriente Medio.

Cuervo desertícola en Rissani (Marruecos 6-3-2022). Foto de Salava Solé.

Birds of the World

Salvador Solé

Ornitólogo, fotógrafo, viajero y articulista. Socio de SEO/BirdLife desde 2002, colabora con el Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010 y desde el mismo imparte cursos y charlas, también es guía de excursiones ornitológicas divulgativas.

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