Sisón común: ave del año 2017
Sisó – Tetrax tetrax (Little Bustard)
El protagonista de este artículo ha tenido el lamentable honor de ser designado Ave del Año 2017 por SEO/BirdLife. Es un honor lamentable porque las aves del año siempre son especies que van a menos y, si queremos seguirlas viendo vivas, es preciso llamar la atención sobre su declive. Mi articulillo se une a ese esfuerzo de divulgación.
De punta de pico a punta de cola, el sisón común mide cosa de 43 cm. La talla es la misma para ambos sexos pero, tal como se ve en la foto de cabecera, la hembra luce un plumaje 100% críptico mientras que el macho, de pecho para arriba, presenta un diseño de líneas blancas sobre negro y cara gris, realmente exclusivo. Su parada nupcial incluye saltos con aleteos y el erizado de las plumas del cuello, que así duplica su grosor aparente. En cambio, las hembras, únicas responsables de la incubación y de sacar adelante a los pollos en sus nidos terrestres, deben pasar lo más desapercibidas posible.
La distribución geográfica del sisón es discontinua; en lo que podemos llamar Europa solo se le halla en la península ibérica, el tercio norte de Marruecos, SE de Francia (y centro de Francia en verano), isla de Cerdeña, el “tacón de la bota” de Italia y centro de Turquía. Fuera de Europa cría en una gran extensión que abarca desde el norte del Mar Negro, pasando por el SE de Rusia y la mayor parte de Kazajstán hasta el NO de China. En todo ese espacio es básicamente un ave estival que pasa el invierno de forma “parcheada” en la amplia franja que va desde Turquía hasta el extremo NO de la India.
Se calcula que entre el 50% y el 70% de la población mundial de sisones se concentra en España.
En España, durante los últimos doce años, se ha constatado un descenso del 60% en el número de machos. Los motivos han sido bien estudiados; la concentración parcelaria en el sector del cereal – que reparte la tierra en muy pocas manos mediante la compra de terrenos a pequeños y medianos agricultores – ha conllevado la eliminación de los márgenes de hierba y matorral entre campos. A ello se suma la intensificación agrícola que, a base de fertilizantes y otros métodos, evita dejar zonas en barbecho. Por si fuera poco, los pesticidas eliminan la comida del sisón, que se basa en saltamontes y coleópteros. Los herbicidas, por su parte, acaban con las plantas ruderales y esteparias que complementan su dieta. Y es que el sisón es un ave de estepa que no come trigo, cebada ni avena. Por último, en lugares como la plana de Lleida, se subvenciona la conversión del secano en regadío. Es una política singularmente miope que se inicia justo cuando el cambio climático está provocando que el agua escasee cada vez más y lo lógico sería promover el cultivo de secano. Así, con lágrimas en los ojos, el sisón común se ríe de la inteligencia humana porque la desaparición de este ave será una tragedia, sí, pero no un misterio; otra vergüenza en el curriculo de nuestra especie.
Para quien quiera verlo en Catalunya recomiendo (a fecha del 2017) recorrer en coche, y a 25 km/h, las pistas de tierra que se encuentran al SE de Preixana (cerca de Bellpuig). Los meses clave son abril y mayo.
Esa zona goza de cierto nivel de protección medioambiental compatibilizada con la explotación cerealista y que, mientras siga así, servirá como pequeño refugio para esta especie. Hay que escrutar los barbechos; si los ejemplares que encontréis están a menos de 80 m de vuestro vehículo, las mejores fotos y vistas de este ave las obtendréis desde dentro del coche. Si está más lejos, podéis salir – despacito – para usar el telescopio.
