Cuco común: el octavo pasajero
Cucut - Cuculus canorus (Common Cuckoo)
Se supone que tod@s lo sabéis ya, pero aquí estamos para informar desde la base, así que ahí va esta escalofriante historia caínita, no por más conocida, menos espeluznante. Es crudo decirlo, pero el cuco común se ríe de la maternidad; pone sus huevos en los nidos de otras aves mientras los padres están ausentes, escogiendo como huéspedes a especies cuyos huevos (diseño exterior e incluso – hasta cierto punto – tamaño) ha aprendido a imitar gracias a la selección natural. Eso ya es tener mucho rostro, pero no es lo peor; el pollo del cuco suele ser el primero en salir del huevo y, nada más romper el cascarón, también en ausencia de los padres (¡y antes de abrir los ojos!) se las apaña para echar del nido los huevos del huésped y acaparar así las atenciones de sus progenitores involuntarios. Si no es el primero que eclosiona, también expulsará a sus hermanos – empujándolos, al igual que los huevos – más allá del borde del nido. Después de esa, también se ha filmado la escena de dos currucas, con un estrés de cuatro pares de narices, alimentando a un pollo (de cuco) que casi las triplica en tamaño…
El parasitismo de nidada es un fenómeno excepcional en Europa; solo otra especie, el críalo europeo, especializado en parasitar córvidos, tiene los mismos hábitos.
Las hembras de ánade azulón a veces ponen huevos en nidos de otras hembras de ánade azulón, pero ellas incuban sus huevos (y el de alguna vecina…) y los patitos no tienen instintos homicidas. Sin embargo, en el resto del mundo, varias familias de aves han visto las ventajas de este estilo. La propia familia de los cuculiformes es muy extensa, con nada menos que 149 especies distribuidas por cuatro continentes (solo ausente de la Antártida).
Volviendo al cuco común, hay que decir que su territorio de cría abarca casi toda Eurasia. Los únicos ecosistemas que no ocupa (discotecas, fosas marinas y cuevas, aparte) son las tundras, los desiertos asiáticos más feroces y los países descaradamente tropicales, como la India. En la montaña llega hasta los 3800 metros en Nepal. En África solo cría al filo del Mediterráneo, aunque no en Libia ni en Egipto. A lo largo y ancho de esa basta extensión es un ave estival que llega en primavera y se marcha en otoño. Pasa el invierno en el África subsahariana y en algunos puntos del Asia tropical; la mitad norte de Vietnam y Laos, sur de Tailandia y de Myanmar. Y, a saber por qué misterioso capricho, en Sri Lanka y las Islas Maldivas.
Pero entonces ¿por qué es tan raro de ver? Bueno, sabiendo que tratamos con un delincuente nato, a menudo perseguido por otras aves en cuanto lo detectan, hace bien en pasar desapercibido.
Si tuviese que recomendar un sitio para intentar observar alguno (no garantizo nada) señalaría las arboledas de las orillas occidentales del Estany d´Utxesa (S.O. de Lleida). Y eso preferentemente entre mediados de abril y primeros de junio.
Lo mejor es afinar el oído para escuchar su canto inconfundible (que, en efecto, hace “cu-cú”) y buscarlo por la parte alta de los árboles, aunque también puede cantar tan escondido como un ruiseñor común.
De punta de pico a punta de cola mide 32 o 33 cm. Los machos son tal cual se muestra en la foto de abajo. Las hembras típicas son iguales que los machos pero tienen la parte superior del pecho teñida de ocre herrumbroso. Hay un pequeño porcentaje de hembras “hepáticas” tal cual se muestra en la foto de cabecera. Los jóvenes se asemejan a esas hembras pero además tienen franjas claras en el plumaje de las alas y un parche blanco en la nuca.
La dieta del cuco consiste, sobre todo, en orugas. Secundariamente come libélulas, grillos, efímeras, cigarras, escarabajos, arañas e incluso caracoles. Muy rara vez cata la fruta, con lo sana que es… Antes que un pomelo se zampa huevos e incluso pollos ajenos. Puesto que, por lo visto, el cuco puede cometer cualquier felonía, me extraña que todavía no haya ganado las elecciones…