Barnacla cuellinegra: seductor collar
Oca de collar - Branta bernicla (Brent Goose)
He aquí la segunda de las cuatro barnaclas europeas que saco a pasear en “Conócelas”. La primera fue la barnacla cari-blanca (oca de galta blanca). Al igual que su pariente, la cuellinegra cría en el ártico extremo tanto en Eurasia como en Norteamérica. También – entre medio – en la mitad norte de Groenlandia. Pasa el invierno en cinco zonas: las islas Aleutia-nas orientales, la costa oeste de EEUU el centro de la costa este, la vertiente atlántica Europea desde Dinamarca hasta el sur de Francia y, en el otro extremo del continente, en el este de China, Corea del Sur y Japón. En la cornisa cantábrica, cada año se registran algunos ejemplares, pero en Catalunya es extremadamente rara y, aquí, solo la he visto una vez: en marzo del 2014, creando la inusual estampa de la foto de cabecera, junto a los flamencos del Delta de l’Ebre; dos especies que muy rara vez se encuentran.
Se reproduce en la franja litoral de la tundra; llanuras con buenos pastos de gramíneas junto a humedales, ríos y estuarios. En invierno se asienta en extensiones de lodos mareales del entorno de grandes bahías y rías cerca de aguas poco profundas y protegidas donde abunden las algas marinas, condición determinante durante los meses fríos.
De punta de pico a punta de cola mide entre 55 y 66 cm, siendo los machos – en promedio – un 6% más grandes y un 10% más pesados que las hembras. Los caballeros con mayor envergadura alar alcanzan los 120 cm.
Es una anátida vegetariana que se alimenta tanto de hierba (no cualquier especie) como de algas. Es de suponer que, ocultos en esas ensaladas y de modo marginal, ingiera pequeños invertebrados.
Las parejas se forman durante el invierno ya que suelen llegar emparejadas a las zonas de cría. Un estudio llevado acabo en Southampton Island sugiere que la semejanza en el diseño del collar es importante en la elección de conyugue, aunque yo me pregunto cómo sabe cada individuo cual es el diseño de su propio collarín ya que éste (como nuestro propio cuello) no es directamente visible para uno mismo; ¿se lo mira en el reflejo del agua y lo recuerda?. En cualquier caso, está claro que, salvo accidente, la barnacla carinegra mantiene el vínculo de pareja a lo largo de toda la vida. Las aves viudas pueden establer nuevos vínculos, como suele suceder con otras especies monógamas. Eso sí, en el único estudio que se realizó al respecto (fue en Alaska) un 25% de la cópulas (consentidas o no) fueron extra-pareja. Así que será monógama, pero con un significativo índice de infidelidad; muy humanas las barnaclas.
El nido es una depresión en el suelo de la tundra que la hembra crea, sacando con las patas entre 2 y 4 cm de tierra y corta hierba hasta llegar al permafrost, hecho que me resulta sorprendente porque ignoro qué ventaja tiene poner los huevos sobre turba congelada (eso es el permafrost). Para reducir los riesgos de depredación, en ciertas zonas nidifica lejos del agua, en barras de grava sin vegetación a, como muy lejos, 80 km del agua más cercana.
Solo la hembra incuba. Aunque puede poner entre 1 y 10 huevos, lo normal es entre 3 y 5. Para alimentarse, se ausenta 6 o 7 veces al día durante entre 20 y 30 minutos lo que significa que pasa entre el 80% y el 90% de la jornada incubando. Cuando deja el nido, acumula vegetación y plumas de su propio plumón sobre los huevos tanto para mantener el calor como para ocultarlos. El padre se dedica sobre todo a vigilar e intentar repeler a los depredadores; zorros, págalos, gaviotas, búhos nivales, osos polares… Al cabo de 23 o 24 días, con un máximo de 60 horas de diferencia entre el primer huevo puesto y el último, las barnaclitas, eclosionan ya totalmente cubiertas de plumón. Entre 8 y 36 horas después aban-donarán el nido siguiendo a su madre y a su padre. Fijándose en lo que hacen sus progenitores, los pollos empiezan a aprender a alimentarse por su cuenta. Tras aprox. dos semanas de vida, los juveniles ya se han independizado si bien, a ratos, todavía se reunen con sus progenitores.
Aunque la IUCN considera a esta especie como “no amenazada” los datos de población global que he encontrado ya cumplen cuarenta años así que no son demasiado fiables. Parece que hay muchos censos locales y supongo que su estatus de conservación actual se basa en ellos. No obstante – como sucede con casi todas las aves que no están todavía amenazadas – su población aumenta en unos lugares y disminuye en otros. Probablemente el acelerado proceso de calen-tamiento que está sufriendo el ártico, a largo plazo, no va a ser bueno para esta especie. Ni para otras muchas, incluida la culpable.
