Barnacla cariblanca: ayunando entre hermanas
Oca de galt blanca - Branta leucopsis (Barnacle Goose)
En general, las barnaclas son gansos pequeños agrupados en el género Branta (6 especies). En vez de los 89 cm de punta de pico a punta de cola que puede llegar a medir el ánsar común (oca comuna), una barnacla típica – como la cariblanca – no pasa de los 71 cm. Un ánade de gran tamaño – como el azulón (ànec collverd) – alcanza los 65 cm. Pero luego resulta que la barnacla canadiense (oca del Canadá) es enorme y llega a medir 115 cm ya que su cuello es más largo que el de los ánsares. Como veis, no es fácil clasificar las aves. Podemos decir que la estructura del pico, corporal y cefálica de las barnaclas está más cerca de la de los ánsares que de la de los patos. Al igual que sucede con los ánsares, la barnacla cariblanca (y el resto de barnaclas) carecen de dimorfismo sexual: machos y hembras presentan el mismo aspecto aunque ellas sean – en promedio – 300 g más ligeras que ellos, entre extremos de 1300 a 2200 g.
La barnacla cariblanca tiene poblaciones residentes en Inglaterra, Gales, Países Bajos, extremo norte de Alemania, Dinamarca y sur de Suecia. En invierno se extiende alrededor de esa zona llegando también a Escocia, Irlanda, Bélgica, litoral de Polonia y sur de Noruega. No obstante, hay grandes grupos que emigran a larga distancia para criar en las costas del Báltico, NO de Rusia (incluida la isla de Novaya Zembla), las islas Svalbard, Islandia y el este de Groenlandia. Es una rareza regular en centro-Europa, Francia, Portugal y España. La cita más meridional del eBird (a fecha del 2023) está en el PN Sous Massa (Marruecos). Como pasa con tantas otras anátidas, hay poblaciones introducidas con propósitos ornamentales en cualquier lado, incluidas las Islas Canarias. Las fotos que ilustran este articulillo las hice desde el observatorio de El Sabogal, en Cal Tet (Delta del Llobregat) cuando un ejemplar pasó largo tiempo allí en el año 2017. Pero no creas que en Catalunya se ve cada año.
El hábitat típico de la barnacla cariblanca son los acantilados y costas rocosas pero, en realidad, ese solo es su ecosistema de cría habitual en las regiones árticas, pues en latitudes más templadas nidifica en islotes planos y herbosos, junto a otras aves marinas como gaviotas, charranes y cormoranes. Se alimenta a orillas de lagos, estanques, ríos y estuarios de la tundra o de los páramos. Y pasa el invierno en llanuras mareales, pastos litorales y marismas.
La dieta de este ave es estrictamente vegetariana, basada en diferentes tipos de hierbas y plantas bajas. También musgos cuando escasea la hierba. Dedica muchas horas a pastar, a veces, cuando hay luna, incluso de noche.
En Rusia y Groenlandia es donde con más frecuencia la barnacla cariblanca monta el nido en acantilados. Secundariamente lo hace en islotes, que es lo que prefiere actualmente en las Svalbard. En tercer lugar opta por las marismas.
La pareja hace el nido escarbando una depresión poco profunda y recubriéndola de pasto, musgo, líquenes y plumón. Además ¡sorpresa! la rodea con una gruesa capa de sus excrementos y guijarros. Las cacas de barnacla son consistentes churros de materia vegetal no digerida. En Svalbard, las parejas acostumbran a aprovechar un nido de años anteriores, aunque no necesariamente el suyo propio. Un dato curioso: las hembras – los machos no – gustan de nidificar cerca de sus herman@s de nidada. La puesta consta de entre 3 y 5 huevos (como récord, 9) y son incubados solo por la hembra durante 24 o 25 días antes de eclosionar, mientras que el macho vigila por los alrededores. La hembra pasa hambre durante la incubación porque sale poco rato a comer: en el entorno del Mar del Norte, apenas una media de 51 minutos al día. Me quito el sombrero no solo ante su abnegación, si no ante la de l@s científic@s que soportan semanas a la intemperie tomando ese tipo de datos.
Las barnaclitas se alimentan de pasto por sí mismas nada más salir del huevo, siguiendo a sus padres, que las llevan a donde hay mejor alimento para ellas. Las que nacen en acantilados saltan desde allí hasta el agua o hasta los guijarros de abajo: normalmente, su poco peso impide que se lesionen. Los padres las llevan nadando hasta zonas de costa con buenos pastos que, generalmente están a menos de 10 km del nido pero, en algunos casos, tan lejos como 25 km. Ya ves que la vida de esos pollos es emocionante desde el minuto uno… Quizás debido a unos inicios tan aventureros, resulta frecuente que los padres adopten polluelos perdidos de otras parejas. Un estudio en Svalbard concluyó que el 21% de las parejas tenían, al menos, una barnaclita adoptada.
En Svalbard, el calentamiento del clima ártico ha provocado la duplicación del éxito reproductivo de la barnacla cariblanca. Antes era raro que se reprodujesen antes del tercer año pero ahora muchas lo consiguen al segundo. Parece que todas las poblaciones están en expansión y ello se debe también a diversas medidas de protección, entre ellas la prohibición su caza en Escocia y Svalbard y la reducción de esa actividad en Rusia. También influyó el cese de los ensayos nucleares rusos en el Mar de Barents. No obstante, se ignora que impacto tendrá, a medio plazo, la continuación del aumento de las temperaturas y la fusión cada vez más extensa y temprana del hielo. No he visto cifras de censo global de esta especie pero, en el 2008, se estimó que, solo en Rusia, criaban 700.000 ejemplares. Por ahora, la IUCN la considera “no amenazada”.
