Frailecillo atlántico: un pico muy chulo
Fraret - Fratercula arctica (Atlantic Puffin)
Aunque técnicamente es un ave que, en pequeños números, visita anualmente Catalunya, la presento como “exótica” ya que solo se la suele divisar en nuestras aguas si se sale en barco mar a dentro, hacia el límite de la plataforma continental. En Galicia, la cornisa cantábrica y el Estrecho de Gibraltar es más fácil de hallar por ser más numerosa, pero aun así el frailecillo atlántico cuesta de observar y eso si se dan las condiciones climáticas adecuadas, es decir, aquellas que la empujan hacia la costa. El telescopio es imprescindible para intentarlo desde la costa.
Cría en acantilados herbosos del noreste de Canadá, la costa occidental de Groenlandia (y algún punto de la oriental), Islandia, las islas de Svalbard y Nueva Zembla, Noruega, el suroeste de Rusia, Gran Bretaña e Irlanda.
Las colonias más cercanas a la península ibérica están en la Bretaña francesa.
Fuera de la estación de cría, o sea, durante casi diez meses al año, es un ave pelágica que se distribuye por todo el Atlántico Norte y el sur de océano Ártico. Grupos menores alcanzan las islas Canarias y el Mediterráneo occidental. Los frailecillos que se pueden ver en el Mar Mediterráneo llegan a mediados de enero y se marchan bien entrado julio. Al parecer, son ejemplares que, más que invernar, vienen a pasar la época de reproducción sin pretender criar, quizás por ser demasiado jóvenes o demasiado viejos, o alternativos.
Esta es un ave entrañable, del tamaño de un peluche (entre 26 y 36 cm de punta de pico a punta de cola), cabezón, con un pico enorme pero, a nuestros ojos, más bien cómico. Torpe en tierra ya que su anatomía ha evolucionado para adaptarse al buceo, como es el caso de todos los álcidos, familia que engloba, además de otras dos especies de frailecillos, araos, alcas y mérgulos. Se ríe de los payasos ya que, sin hacer tanto aspaviento, resulta más gracioso.
Ese pico tan peculiar, que visto de frente es como la hoja de un hacha (muy comprimido en sentido lateral) sirve a dos fines; por un lado, en función de su tamaño y colorido, delata la madurez y la salud del individuo, información crucial para los emparejamientos. Por otro lado es muy práctico para acumular peces. La comisura del pico, de piel flexible, colabora en ese cometido. Acumular presas resulta fundamental para ahorrarse viajes al nido. Puesto que pueden llegar a portar diez alevines de lanzón, y todavía capturar alguno más, gastan mucha menos energía volando que si no les quedase más remedio que llevarlos de uno en uno.
Son pájaros que usan las alas con mayor destreza para bucear que para volar y les cuesta bastante ganar altura. En una colonia de Noruega vi como un frailecillo se estampaba contra un acantilado al no conseguir remontarlo a tiempo. Cayó sobre hierba y salió ileso, pero el episodio ilustra el gran esfuerzo que, para ellos, supone criar. Y eso que ponen un solo huevo.
Podría decirse que la tercera función de ese pico tan chulo es hacerlo simpático al ser humano, exterminador entusiasta que se mueve por impulsos tan erráticos como la simpatía para respetar la vida de los demás. Pero, en gran medida, la supervivencia del frailecillo depende de que se dicten – y se cumplan – leyes de pesca acertadas. En consecuencia, las poblaciones de frailecillo atlántico han ido disminuyendo al mismo ritmo que los bancos de peces (arenque, capelán, lanzón, espadín, caballa).
Se calcula que la población europea supone el 90% de la población mundial y ha disminuido entre un 50% y un 79% el los últimos 65 años, lapso temporal equivalente a tres generaciones de esta longeva especie.
A la sobrepesca se le suma una larga lista de amenazas secundarias; vertidos de crudo en alta mar, cambio climático, ahogamiento en redes, depredación por ratas, gatos y perros salvajes en las colonias, expansión de la población humana… Un puñetero desastre. ¡Y eso que nos resultan taaaan monos! Aunque cada vez se protegen mejor las zonas de cría, como veis, eso es solo uno de los muchos problemas que afronta el frailecillo y está resultando insuficiente para salvarlo de la extinción a medio o largo plazo. Como todavía queda algún millón que otro de ejemplares, se le considera en la categoría “vulnerable” de la IUCN. Pero empeorando.
Si queréis intentar ver a este personaje en aguas catalanas, podéis probar con la salida marina desde Roses (abril) de la delegación de SEO, o en las del GEPEC (Tarragona) de marzo, abril y mayo.
Tened en cuenta que hay que apuntarse al menos con cuatro meses de antelación y ni siquiera en el 50% de estas salidas se avistan frailecillos. Para asegurar el tiro, lo suyo es visitar, entre mayo y julio, alguna de las diversas colonias de cría en Irlanda, Escocia o Inglaterra. Quizás también sea accesible alguna de las de la Bretaña francesa. Hay que informarse al respecto, cosa fácil hoy en día.