Alca común: banquetes submarinos
Gavot – Alca torda (Razorbill)
El alca común se ríe de los nombres largos; al menos en castellano, latín e inglés, con nueve letras le bastan; en alemán usa siete (Tordalk) y, en catalán, solo cinco. Su propio plumaje, esmoquin clásico en blanco y negro con contados detalles accesorios, resulta un dechado de sobriedad.
Si bien es la única especie de su género (Alca) ella ha dado nombre a los álcidos; araos, mérgulos, frailecillos… una familia de personajillos marinos (24 especies) por la que siento especial debilidad.
Aunque actualmente (2018) en Catalunya el alca común se ha convertido en un ave rara, antaño – hasta el año 2007, según mis registros – era una especie invernante litoral poco numerosa pero regular. Ahora cuesta tanto ver un alca como un frailecillo atlántico (Fraret).
De punta de pico a punta de cola mide entre 37 y 39 cm. En promedio, las hembras son algo más pequeñas que los machos, pero básicamente idénticas. En plumaje de eclipse (foto de cabecera) el blanco del pecho le sube por el cuello hasta la cara, mientras que en plumaje nupcial (foto de abajo) cabeza y cuello son negros. Cuando “canta” nos revela un secreto; el interior de su boca es amarillo limón.
Como el resto de sus parientes, pasa la mayor parte del año en el mar, entre pocos cientos de metros y varios centenares de kilómetros de la costa; solo se la puede ver en tierra desde mayo hasta agosto. Cría en campos de pedruscos y en acantilados de islas e islotes, compartiendo entorno con otras aves marinas; gaviotas, fulmares, araos…
Su área de reproducción abarca la Bretaña francesa, Irlanda, Reino Unido, Escandinavia, Islandia, Groenlandia y NE de Canadá. En invierno ocupa el Océano Atlántico oriental desde el Mar Báltico y el sur de Noruega hasta el norte de las Islas Canarias. Al otro lado del charco, frecuenta las aguas del este de Canadá (Terranova, Península del Labrador, Nueva Escocia…) Un contingente aventurero sigue entrando al Mar Mediterráneo por el Estrecho de Gibraltar.
En España, la mejor zona para verla es la costa cantábrica, de Galicia a Euskadi; casi siempre se cuela en el pequeño puerto de Santoña (Cantabria).
En Catalunya se la veía con bastante facilidad desde las torres costeras del Delta del Llobregat (Cal Francés, por ejemplo) pero ahora habría que ir a menudo durante diciembre, enero y febrero para conseguir ver alguna. Igualmente, puede aparecer en cualquier punto de nuestro litoral.
Su dieta se basa en peces y crustáceos, adaptándose a los recursos alimenticios que, dentro de ese menú, se dan localmente. Pesca buceando a entre 5 y 15 metros de profundidad, aunque se constató un descenso récord de 120 metros.
Es una especie casi amenazada ya que, aunque se calcula que todavía quedan más de 600.000 parejas en el planeta, la población europea supone el 95% de la población mundial de alca común y ha disminuido un 25-30% en los últimos 40 años. No son pocos los motivos de su declive; vertidos de crudo en o cerca de las colonias de cría y áreas de invernada, disminución del alimento a causa de la sobrepesca y la contaminación, efectos adversos del cambio climático, la caza no regulada y las muertes en redes de enmalle. Seguro que la proliferación del plástico en el mar tampoco le beneficia. He aquí, pues, otra típica víctima de la estupidez y la desconsideración humana.
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