Llanero: cada vez más solitario
Pedionomus torquatus (Plains-wanderer)
Si las autoridades australianas no se dan brillo, esta especie puede extinguirse en menos de diez años. El año pasado (2017) se la clasificó “en peligro crítico” y creo que vale la pena divulgar su caso. En la península ibérica ya se extinguió oficialmente el torillo andaluz (Guatlla andalusa), que se parece mucho al llanero, aunque son especies con un parentesco laxo; ambas son charadriiformes (limícolas, gaviotas, álcidos…) Pero mientras que el torillo andaluz todavía es un ave muy extendida y localmente común en el África subsahariana y el sur de Asia, el llanero es un endemismo de la mitad oriental de Australia. Vive en un tipo de pradera llana de baja altitud, con plantas muy cortas y pequeños arbustos dispersos; un ecosistema que, a marchas forzadas, se está convirtiendo en terreno agrícola y pasto para ovejas.
Quizás queden menos de 2.000 llaneros. Ese no sería un número tan malo (dentro de su gravedad) si no fuese porque su población a disminuido un 90% entre 2010 y 2015. Ahora solo se le encuentra en pequeños reductos que tienden a desaparecer, algunos de ellos separados por cientos kilómetros. No se adapta a los cultivos, los pastos, los desiertos ni los terrenos arbustivos. Ya tenía tres depredadores naturales; dos halcones y un aguilucho, pero a ello hay que sumarle los depredadores introducidos (gatos y zorros) y la fumigación de esas praderas para controlar las langostas. Además, su éxito reproductivo está muy ligado al régimen de lluvias, así que las sequías prolongadas son un hándicap para su supervivencia; un fenómeno que el cambio climático está acentuando, alternando con las lluvias destructivas.
En 2017 su categoría de conservación pasó de En Peligro (EN) a En Peligro Crítico (CR)
Actualmente se están protegiendo algunos parches de ecosistema idóneo dentro de propiedades privadas, pero es un método costoso que excluye varios lugares relevantes. No obstante, igual que los kakapos (loros no voladores de Nueva Zelanda) y la gaviota de Audouin (Gavina corsa) en el Delta de l´Ebre, quizás el llanero sea salvado de la extinción en el último “round”; las recuperaciones in extremis van siendo más frecuentes así que aun hay un pequeño margen para la esperanza.
Si mis colegas y yo conseguimos verlo fue gracias a un guía local que, además, llevaba el censo de esta especie en su zona; los Hay Plains, en el sur de New South Wales.
El llanero es un ave sedentaria de hábitos nocturnos que, al igual que el chorlito carambolo (Corriol pit-roig) y los falaropos (escuraflascons), se ríe de las convenciones sociales porque tiene los roles sexuales invertidos; es la hembra (foto de abajo) quien luce el plumaje más vistoso y quien se reproduce con varios machos (foto de cabecera). Ella se desentiende de la descendencia (o ayuda muy poco), así que los huevos y pollitos quedan mayormente al cuidado de sus consortes.
De punta de pico a punta de cola mide entre 15 y 19 cm (las hembras son más grandes).
Dedicando la tercera parte del día a buscar comida, el llanero se alimenta tanto de semillas de plantas esteparias nativas como de insectos y arañas.