Alondra ibis: extremo galgo
Alosa puput grossa - Alaemon alaudipes (Greater Hoopoe Lark)
El 15 de julio del año pasado (2023) subía a este blog un articulillo sobre la calandria picogorda (calàndria becgrossa) que podría definirse como el extremo “bulldog” de su grupo. Pues la alondra ibis es el otro extremo – el “galgo” – de la familia Alaudidae que engloba 93 especies (21 géneros) de terreras, cogujadas, calandrias, alondras… No las hay en Sudamérica, en la Antártida ni en Groenlandia. Y tampoco en muchas de las islas del Pacífico, pero están muy extendidas.
La alondra ibis lleva una vida mayormente sedentaria en desiertos y semi-desiertos con algo de vegetación arbustiva y diferentes proporciones de arena y grava. Se han reportado desplazamientos erráticos en África, quizás motivados por las sequías excesivas. Su área de distribución abarca todos los países del África mediterránea y del África sahariana pero se extiende hacia el este por la península arábiga y llega hasta el oeste de la India. Se la ha citado como accidental en las Islas Canarias, Italia, Grecia, Turquía…
Mide entre 19 y 23 cm de punta de pico a punta de cola, dependiendo del sexo y de la subespecie. Aunque, en promedio, las hembras son más pequeñas que los machos, ese rasgo rara vez se aprecia en el campo.
Vivir en el desierto no suele permitirte hacerle ascos a nada que sea comestible así que la alondra ibis consume invertebrados, pequeños vertebrados, semillas, brotes y demás materia vegetal. Como si de un quebrantahuesos (trencalòs) en miniatura se tratase, deja caer los caracoles desde el aire sobre alguna roca para partir la concha, aunque eso solo si no lo consigue golpeándolos – sujetos con el pico – contra una piedra. Se sabe que es una genuina ave de desierto porque puede prescindir del agua y extraer la que necesita de lo que come. Pero si no llueve suficiente, la mayoría de parejas se abstienen de reproducirse. En Israel, su territorio – defendido todo el año – abarca un kilómetro cuadrado. Ahí dentro, el macho realiza sus exhibiciones de cortejo, siendo la más visible un picado que realiza mientras canta con las alas medio plegadas. Incluso llega a dar volteretas en el aire. Así lo muestro en la siguiente foto:
La construcción del nido – una típica copa de ramitas forrada de material suave – corre a cargo de la hembra que lo emplaza en lo alto de un matorral, más raramente en el suelo al amparo de una roca o arbusto. En ese caso, lo rodea de piedras. A veces incuba la hembra sola y otras se alterna con el macho. Ambos conyugues alimentan a los pollos, que tardan un mes en independizarse.
Es un ave resistente que sufre poco los habituales atentados de nuestra especie contra la naturaleza ya que vive allí donde poca gente puede hacerlo. Es común en bastantes países y de ahí que la UICN la clasifique de “no amenazada”. La foto de cabecera la tomé en el entorno del Erg Chebbi (Marruecos).