Chuña patirroja: todo un padrazo
Sarià crestat - Cariama cristata (Red-legged Seriema)
Con entre 70 y 90 cm de punta de pico a punta de cola, la chuña patirroja es un no paseriforme que solo pasa desapercibido si se oculta entre la hierba alta o los matorrales. Evolutivamente está más relacionado con los halcones que con el resto de familias.
Vive en terrenos abiertos como herbazales ondulados, sabana con matorral, entornos secos de humedales, extensiones agropecuarias y también arboledas poco densas, ocupando nichos ecológicos que recuerdan a los frecuentados por los sisones y avutardas del Viejo Mundo.
Es una especie sedentaria que habita la mitad sur y el tercio este de Brasil, todo Paraguay, el este de Bolivia y zonas del norte de Argentina. Algunas poblaciones hacen desplazamientos locales pero no presentan un patrón migratorio definido y se las considera residentes. Te la puedes encontrar sola o en parejas.
Forma pequeños grupos familiares durante unos meses mientras los padres protegen, alimentan y acaban de “subir” a la nueva generación.
Machos y hembras presentan el mismo aspecto y, a pesar de su gran tamaño, con solo cinco meses de edad los jóvenes se tornan indistinguibles de los adultos.
A pesar de parecer una grácil bailarina de ballet, es un depredador oportunista que consume invertebrados de muchos tipos, además de serpientes, lagartijas, roedores, huevos y pollos, así como semillas diversas y frutas silvestres. Cuando pilla un vertebrado lo mata sacudiéndolo violentamente y golpeándolo contra el suelo: es decir, que le da una paliza mortal. Su pico es suficientemente fuerte como para trocear lo que caza.
A diferencia de las especies genuinamente esteparias – que nidifican en el suelo – la chuña patirroja construye un nido de palitroques sobre matorrales o árboles bajos, a entre uno y cinco metros del suelo. Pone dos o tres huevos incubados la mayor parte del tiempo por la hembra.
Se halla extendida dentro de su área de distribución pero solo donde encuentra ecosistemas aptos y nunca resulta abundante. En ocasiones se la caza para consumo, pero muchos agricultores la respetan porque les erradica del terreno las serpientes y los roedores. La deforestación y los incendios pueden proporcionarle terreno adecuado. Además, se adapta bien al cautiverio y se cría con facilidad. Por todo ello, su estatus de conservación se considera “no amenazado”.
Tomé las fotos que ilustran este artículo a 170 km al NO de Sao Paulo (Brasil), en la Fazenda Bacury, aunque la observamos en otros tres sitios.
