Albatros viajero: monumento volante
Albatros viatger - Diomedea exulans (Wandering Albatross)

Por un inexcusable descuido, todavía no había mostrado ningún albatros en ”Conócelas”. Para remediarlo, os presento uno de los dos máximos exponentes de la familia: ningún ave le supera en envergadura alar ya que los mayores ejemplares de las subespecies más grandes de albatros viajero alcanzan los 351 cm de punta a punta de ala. Y los 135 de punta de pico a punta de corta cola. Su pariente más cercano, el albatros real, también llega a los 351 cm de envergadura alar. Son como monumentos volantes, vamos. El resto de albatros ya no alcanza los 300 cm así que, tras los dos albatros del género Diomedea, la siguiente ave de mayor envergadura alar es el condor andino, con su máximo de 320 cm.

El albatros viajero tiene otros 14 parientes (repartidos en 4 géneros) dentro de la familia Diomedeidae. Y todos son viajeros porque campan por los anchos océanos: en alas del viento marino, el que menos se mueve recorre miles de kilómetros al año. Los albatros son maestros del vuelo planeado y lo que les cuesta es despegar y aterrizar en tierra. Cuando no sopla el aire o su dirección no les favorece, pasan tiempo posados en el mar, cual patos.

Actualmente (2023) al albatros viajero se le reconocen cinco subespecies que varían en cuanto a tamaño, islas de nidificación y extensión de las zonas oscuras en las alas y el cuerpo. Pero como tardan entre 8 y 11 años en llegar a la madurez sexual, el plumaje va cambiando con la edad y las subespecies se hibridan, el cacao para identificar subespecies está servido. Además, hay taxónomos que proponen dividirlo en varias especies. También existe cierto dimorfismo: las hembras suelen ser algo más pequeñas que los machos y en D. e. antipodensis los adultos de cada sexo presentan plumajes distintos.

El albatros viajero nomadea por los mares del hemisferio sur, generalmente por debajo del Trópico de Capricornio (23º 26’ 17”) pero tampoco suele frecuentar las aguas de la periferia antártica. Obviamente, hay citas bastante por arriba y por abajo de su área habitual. A lo largo de esa ancha franja cría en decenas de islas e islotes, la mayoría de ellos deshabitados por el ser humano. O muy poco habitados.

Se alimenta sobre todo de cefalópodos (calamares, sepias…) aunque también captura algunos peces y gambas. La dieta varía un tanto según la subespecie, la zona y la época del año. Caza bastante más por la noche que por el día y se ha constatado que el olfato juega un papel importante en la localización de las presas. Las atrapa en la superficie o realizando chapuzones de no más de un metro de profundidad.

Otro dato importante es que este albatros puede llegar a vivir 80 años. Es un ave monógama y la pareja se establece de por vida. La muerte de un consorte invita a adquirir nueva pareja pero, a saber porque, no sucederá hasta pasados, como mínimo, tres años. Se han documentado “divorcios” y en algunas colonias se constata un 11% de cópulas fuera de la pareja. Se suele reproducir bianualmente, salvo que la puesta del año anterior fracasase. El nido típico es una especie de volcán bajo de boca ancha con base de 1 m de diámetro que fabrica con barro y hierba. Pone un solo huevo y si el pollo fallece ya no hay tiempo (por razones climáticas) de hacer una segunda puesta hasta el año siguiente. El pollo solo consigue volar a partir de los 260 días de edad. Como muchas aves marinas pelágicas, los padres alimentan a sus pollos regurgitando lo que han capturado a lo largo de varios días (máximo tres) y a cientos de kilómetros de distancia.

La IUCN clasifica de vulnerable la subespecie más abundante de albatros viajero, pero otras las considera amenazadas. Y la D. e. dabbenena se halla en peligro crítico. Las amenazas que penden sobre los albatros son legión: depredación (sobre los pollos) por ratas y otras especies introducidas por el ser humano, ahogamiento en palangres, ingestión de plásticos, inanición por falta de presas a causa de la sobrepesca internacional, eventos meteorológicos violentos fruto del calentamiento climático… Por decir algo bueno, seguramente se libran de las muertes por atropello, choque contra cristaleras y cables eléctricos ya que son riesgos muy raros en los lugares donde anidan. Su única baza a favor es la longevidad ya que una pareja dispone de muchos años para traer crías al mundo, aunque sea de una en una, cada dos años y a pesar de que menos de un 35% vive hasta alcanzar la madurez reproductiva.

Albatros viajero adulto (Australia 9-10-2017). Foto de Salva Solé.

 

Birds of the World

Salvador Solé

Ornitólogo, fotógrafo, viajero y articulista. Socio de SEO/BirdLife desde 2002, colabora con el Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010 y desde el mismo imparte cursos y charlas, también es guía de excursiones ornitológicas divulgativas.

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