Cascanueces común: el acaparador sedentario
Trencanous - Nucifraga caryocatactes (Spotted Nutcraker)
Desde el sureste de Francia y el sur de Noruega hasta el extremo más oriental de Rusia y todo Japón, así como en zonas subalpinas del sur y el este de Asia, el cascanueces común, este córvido tan peculiar, ocupa bosques de coníferas y mixtos de pinos y abedul. Es una especie tan sedentaria que se limita a descender de las alturas cuando el clima se pone crudo. Pero no se suele alejar más de quince kilómetros de sus áreas de campeo habituales. De ahí que se ría de las especies que se matan emigrando. No obstante, cuando muy de tarde en tarde la escasez de piñones, avellanas y otros frutos secos resulta excesiva, miles de ejemplares pueden volar cientos de kilómetros en busca de nuevas áreas de alimentación. Esa circunstancia da lugar a un fenómeno conocido como “irrupción”, para nada exclusivo de esta especie, que consiste en su llegada y permanencia temporal, a veces en gran cantidad, en zonas donde nunca se les había visto o no se les veía desde hacía décadas. Así que menos risitas, Nuci. Cuando el hambre aprieta se vuelve osado y llega a entrar en las casas, sacar peces de las redes en los puertos y tragarse cualquier cosa que pueda robar en las áreas de picnic.
En España y Catalunya es un ave extremadamente rara; pasan lustros sin que se vea una. Las irrupciones son un fenómeno casi siempre invernal.
En estos territorios durante la primavera y el verano dispone de mayor variedad de comida; invertebrados de todo tipo, desde lombrices de tierra a avispas y, más raramente, se atreve con lagartijas, roedores e incluso pájaros pequeños.
Es un especialista en la apertura, a golpe de pico – con tanta maña como fuerza – de avellanas y otras semillas de cáscara dura. Existen especies de coníferas que dependen del cascanueces común para reproducirse ya que solo ellos saben abrir sus piñas. Siempre dejan caer algunas semillas o las transportan para atesorarlas. Y es que, al igual que el Arrendajo euroasiático y las ardillas, es un acaparador compulsivo que dedica el otoño a guardar frutos secos en diversos escondrijos del bosque, a menudo en el suelo. Posee una bolsa sublingual gracias a la cual puede acarrear un puñado de provisiones y ahorrarse viajes a los escondites. No es raro que parte de su despensa quede sin consumir, de modo que los frutos secos vuelven a brotar, a veces lejos de su árbol de origen.
De punta de pico a punta de cola mide entre 32 y 34 cm. Machos y hembras presentan idéntico aspecto, como pasa con tantas especies de córvidos.
Tuve la alegría de tomar estas fotos en el monte Vitosha, en las afueras de Sofía (Bulgaria). Había nevado la noche anterior y la temperatura era de -8ºC. En mi limitada experiencia, no es un ave fácil de hallar, pero resulta bastante confiada, sobre todo si está entretenida comiendo. Las estimaciones poblacionales, por países, oscilan entre un mínimo de 3.000 parejas en Francia, entre 10.000 y 50.000 en Bulgaria o de 10.000 y 100.000 parejas en Rusia, lo cual demuestra lo difícil que es saber cuantas hay; los censos que se llevan a cabo su ecosistema no pueden realizarse metódicamente en los extensos bosques de coníferas donde vive y el cálculo de su población con frecuencia se basa en especulaciones hechas a partir de las zonas accesibles y bien conocidas.
