Charrán ártico: la migración más larga
Xatrac àrtic - Sterna paradisaea (Arctic Tern)
Es famoso por realizar la migración más larga posible sin salirse de nuestro planeta. Los charranes árticos que crían en la isla de Ellesmere (Canadá) y alcanzan las costas de la Antártida durante el verano austral recorren cada año – entre ir y volver – cerca de 40.000 kilómetros ya que, si bien entre ambos destinos y en línea recta median unos 18.000 km, no vuelan directos, pues hacen varias escalas siguiendo la costa. Los que menos viajan (se reproducen en la esquina SE de Canadá y no pasan de Tierra del Fuego) se ahorran, como mucho, unos 5000 km al año.
Durante el verano del hemisferio norte, este ave se distribuye por todo el ártico: Canadá, Groenlandia, Islandia, Escandinavia y Siberia. También cría en Escocia e Irlanda. Durante el invierno boreal (verano austral) vagan por los mares del sur – posándose en los témpanos de hielo a la deriva – desde el extremo sur de Sudamérica, las Malvinas y las costas más meridionales de Sudáfrica, llegando hasta el litoral antártico. Es decir, que se marcha cuando el verano boreal empieza a declinar para trasladrse a la primavera austral. Y luego lo hace al revés: evita el otoño austral y se instala en la primavera boreal.
De punta de pico a punta de cola mide entre 28 y 39 cm, variación que depende de lo desarrolladas que cada ejemplar tenga las largas plumas exteriores de la cola. Machos y hembras presentan el mismo aspecto (ausencia de dimorfismo sexual). Como veis, es muy similar a nuestro charrán común (xatrac comú) pero con el pico más pequeño y sin la punta negra.
En el mundo hay 43 especies de charranes. Los géneros más numerosos son Sterna, Sternula y Thalasseus, que suman 27 especies. Se les clasifica dentro de la familia Lariidae, compartiendola con las gaviotas.
El charrán ártico cría colonialmente. La pareja, una vez reunida, suele instalarse en el territorio del macho y empieza a escarbar el suelo en varios sitios, incluidos antiguos nidos. Finalmente la hembra se decide por uno, lo acaba de agrandar y pone allí los huevos. Puesto que a veces escoge sitios precarios y/o peligrosos, se desconoce con qué criterio elige el lugar.
Tal como hacen muchas otras especies de aves, el charrán ártico adapta su dieta a lo que ofrece el enclave y la estación: con tantos kilómetros a recorrer, durante la migración ha de estar listo para aprovechar cualquier recurso alimenticio. Pero su obsesión principal es el pescado: peces pequeñitos, imprescindibles para sacar a delante a los pollos, incluso si en el lugar abundan los invertebrados, que también consumen. Los peces más grandes llaman la atención de los págalos y las gaviotas, que perseguirán al charrán hasta que lo suelte. Por eso, mientras haya “piratas en la costa”, les resulta más práctico capturar presas poco espectaculares. Se ha documentado el consumo de bayas al principio de la primavera.
En España, para intentar ver esta especie lo más efectivo es ir a Estaca de Bares (Galicia) durante los pasos migratorios. Imprescincible el telescopio. Y mucha paciencia: se requieren varios días de vigilancia marina, jornadas que acabarán brindando un puñado de especies interesantes, no solo el charrán ártico; álcidos, págalos, pardelas…
Las fotos que ilustran el artículo las tomé en el este de Alaska (Nome) y en su extremo norte (Utqiaġvik). Pero no hace falta ir tan lejos ya que, si sabes dónde buscar, es fácil verlo a este lado del Atlántico, sobre todo en Noruega pero también en Escocia. En Bélgica, Países Bajos, costa de Alemania y Dinamarca crían pocas parejas pero también se ven en tierra durante las migraciones.
