Trepador pechiblanco: hembras responsables
Pica-soques pitblanc - Sitta carolinensis (White-breasted Nuthatch)

Distribuido por la mayor parte de EE.UU., el sur de Canadá y en interior de México, este es uno de los pocos trepadores (de entre las 29 especies existentes) que “no usa” antifaz. Habita diferentes tipos de bosque salvo los de abeto y pícea. También se le encuentra en parques y jardines. En EE.UU. y Canadá se le halla entre los 300 y los 1200 m.s.n.m. pero en México habita bosques montanos a entre 1500 y 3500 m.s.n.m. Aunque en general es sedentario, algunas poblaciones occidentales y norteñas muestran desplazamientos más irruptivos – de tipo ocasional y dependiendo de los años – que migratorios. Las irrupciones pueden deberse a olas de frío o escasez de alimentos pero no siempre está clara su causa.

De punta de pico a punta de cola mide 15,5 cm lo cual es 1,5 cm más largo que nuestro trepador azul (pica-soques blau). La única diferencia externa apreciable entre sexos radica en que el píleo (coronilla) de la hembra es gris oscuro, no negro como en el macho, un rasgo que a menudo cuesta de ver.

Lleva una dieta mixta de insectos y frutos secos, con más de los primeros en primavera y verano y más de los segundos en otoño e invierno. Al igual que las ardillas y los arrendajos, el trepador pechiblanco guarda comida vegetal para los días más duros del invierno, escondiendo semillas (tales como bellotas) en el tronco de los árboles, bajo trozos de corteza. Supongo que eso lo hace en lugares donde no hay comederos cercanos ya que también acude a éstos para aprovisionarse.

Se ha observado que, cuando se alimenta en solitario, el macho está más vigilante ante los depredadores ya que si va cerca de la hembra es está la que vigila con mayor constancia; en ausencia del macho, ella se relaja. Parece que la responsabilidad de velar por la seguridad de la pareja recayese con mayor intensidad en la hembra que en el macho, aunque cuesta entender la lógica de este hecho.

El “matrimonio” permanece unido todo el año y los machos más impacientes empiezan a cortejar en enero, aunque lo más habitual es empezar en marzo. Tal como sucede con tantas otras especies de aves con vinculos conyugales permanentes, el cortejo sigue siendo necesario para “ponerse a tono” y dar inicio a la temporada de reproducción. Como nidifica en huecos de árboles a bastante altura, difíciles de examinar, no hay mucha información sobre su proceso reproductivo.

Este pájaro hace el nido en una oquedad natural o en el hueco abandonado por un carpintero pero algunas parejas aprovechan las cajas-nido. Solo la hembra construye el nido (dentro de la oquedad) con trozos de corteza, pelo y otros materiales suaves. Para defenderlo de posibles depredadores, el trepador pechiblanco frota en la entrada insectos que segregan sustancias químicas repelentes que, por lo visto, no  afectan a los propietarios. Tambien se ha documentado la inclusión de colillas en el nido, por el efecto insecticida y fungicida de la nicotina; otra sustancia que no parece afectar a los moradores, aunque quizás sí a largo plazo. Cuando una ardilla u otro visitante indeseado se acerca a la oquedad, uno de los conyugues extiende las alas cerca de la entrada y se balance adelante y atrás. Parece que, al menos a las ardillas, ese despliegue puede disuadirlas.

La puesta media en una muestra de veinte nidos examinados fue de 6,4 huevos. Solo la hembra se dedica a incubar y el macho se encarga de alimentarla a un ritmo de, aprox., seis veces por hora. Ambos sexos ceban a los pollos pero al principio es el macho el que lleva el peso de la tarea mientras la hembra continúa en el nido. Cuando los pollos ya están algo crecidos el macho disminuye la frecuencia y la hembra la aumenta.

Al cabo de 26 días de haber salido del huevo, los jóvenes abandonan el agujero pero siguen con sus padres durante varias semanas antes de independizarse.

No se le considera amenazado en ninguna de las muchas regiones donde vive habitualmente, pues es una especie común que, no obstante, depende de que hayan suficientes huecos en árboles, algo que solo los bosques maduros pueden proporcionar. Para ellos – como para otras especies de trepadores – es importante que no se derriben los troncos muertos o deteriorados. La abundacia de pájaros carpinteros que crean huecos cada año también es capital pues no solo los trepadores necesitan esos lugares para criar y varias especies compiten por ellos; mejor que abunden.

Trepador pechiblanco en Oaks Openings (Ohio – NE EEUU 14-5-2022). Foto de Salva Solé.

Birds of the World

Salvador Solé

Ornitólogo, fotógrafo, viajero y articulista. Socio de SEO/BirdLife desde 2002, colabora con el Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010 y desde el mismo imparte cursos y charlas, también es guía de excursiones ornitológicas divulgativas.

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