Cetia ruiseñor: a gritos por el carrizal
Rossinyol bord – Cettia cetti (Cetti´s Warbler)

Su potente e inconfundible canto es el primero que aprendí; se oye casi todo el año en carrizales y vegetación densa junto a acequias, marismas, estanques y ríos. Su voz llega lejos pero el cantante se prodiga poco ante el público y hay que estar atento para verlo ya que vive metido entre carrizo, zarzas ribereñas y arbolado bajo. No le gustan las tierras altas y, en la península ibérica, es excepcional encontrar alguno por sobre los 1200 metros. Su colita alzada, la ceja a veces tenue y el tono general pardo-rojizo con pecho entre gris y “crema sucio”, son rasgos discretos pero que solo se pueden confundir con los del ruiseñor común, más grande, estrictamente estival (abril-septiembre) y poco dado a frecuentar el carrizo.

Durante décadas se le conoció como “ruiseñor bastardo”; el cambio a “cetia ruiseñor” fastidió a mucha gente que todavía se niega a usar ese nuevo nombre.

El animalico, como todos los demás, se ríe de la nomenclatura y sus humanas polémicas, aunque esta etiqueta reciente lo sitúa en su verdadera familia, que es la Scotocercidae, no con las luscinias, que forman parte de la familia Muscicapidae. Scotocercidae (géneros, Scotocerca, Cetia, Tesia, Abroscopus, Horornis…) lo conforman 37 especies de paseriformes escondidizos, asiáticos y africanos, cuyo único representante en Europa es el protagonista de este artículo.
Su área de distribución abarca desde el este de Marruecos, Portugal y el sur de Inglaterra hasta la esquina NO de China. En los países orientales, aunque hay una franja de población residente, muchos son los que migran para criar, durante primavera y verano, en Mongolia y Kazajstán y bajan en invierno al NO de la India, Pakistán Afganistán e Irán. Pero en Europa es un pájaro de costumbres sedentarias con puntuales y moderados desplazamientos estacionales cuyas poblaciones más norteñas están en el sur de Inglaterra y el NO de Francia. Mucho más al este (y solo en verano) sube hasta la zona septentrional de Kazajstán. Está ausente de las islas Canarias pero presente en todas las grandes islas del Mediterráneo y en muchas de las pequeñas. Catalunya es un buen sitio para observar – ya no digamos oír – esta especie.

A todo lo largo del tramo del Llobregat que censamos el Grupo Local (entre Bellvitge y Sant Boi) se le escucha a menudo.

Pero es más fácil verlo desde un observatorio (en el Remolar-Filipines, por ejemplo) cuando sale a picotear bichitos sobre el carrizo caído y flotante. Su dieta es insectívora; larvas y adultos de libélulas, tijeretas, moscas, coleópteros… Los caracoles, opiliones y arañas no son insectos, pero igual se los come.
En el año 2.002 se calculó que la población catalana superaba las 20.000 parejas y no se observaron cambios significativos respecto a censos anteriores así que, mientras se mantengan los humedales, su número parece estable. Las iniciativas municipales que recuperan vegetación de ribera e incluso antiguos lagos y estanques desecados (Ivars, Sils…) le favorecen. Y el envenenamiento de las aguas por productos fitosanitarios (insecticidas) le perjudica, pero parece ser que nuestra contradictoria sociedad le quita, por un lado, y le da, por otro (¿a quién no?) de manera que se le considera, en términos de conservación, “de preocupación menor”.

Cetia ruiseñor: a gritos por el carrizal – ¡Conócelas! 112 – Grupo Local SEO BARCELONA
Cetia ruiseñor, Aiguamolls de l´Empordà mayo 2010

Salvador Solé

Ornitólogo, fotógrafo, viajero y articulista. Socio de SEO/BirdLife desde 2002, colabora con el Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010 y desde el mismo imparte cursos y charlas, también es guía de excursiones ornitológicas divulgativas.

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