Avión roquero: golondrina entre las piedras
Roquerol – Ptyonoprogne rupestris (Eurasian Crag Martin)
Las aves roqueras no son famosas; ese apellido les viene del ecosistema – no de los conciertos – aunque hay que buscarlas en entornos duros, eso sí. En Catalunya, cada otoño el avión roquero baja de las paredes y valles rocosos a terrenos más suaves e incluso zonas litorales como el Delta del Llobregat donde, durante los meses fríos, encuentra suficiente alimento ya que su dieta consiste en todos los bichitos que vuelan, desde moscas y coleópteros a arañas que viajan en el viento a rastras de un hilo de seda.
En Asia llega a criar a 4.500 metros, pero, en Europa, no más arriba de los 2500 m. Montaña abajo, algunas parejas anidan incluso en acantilados marinos o, por ejemplo, en el entorno de las cuevas con pinturas rupestres de El Cogul (al E.S.E. de Lleida). Además, se adapta bien al entorno rural y, por ejemplo, cría bajo aleros de los pueblecitos pirenaicos.
Construye su nido en cualquier superficie vertical de origen mineral (o similar) que proporcione resguardo de la lluvia.
De lo dicho hasta aquí se deduce que el avión roquero pasa todo el año en Catalunya, realizando una migración altitudinal de, como mucho, doscientos kilómetros. Los otros cuatro hirundínidos (golondrinas y aviones) que se pueden ver en la península ibérica son estivales, aunque algunas golondrinas comunes (Oreneta vulgar) han empezado a pasar el invierno en España, siendo más abundantes cuanto más al sur. Los aviones roqueros catalanes se ríen de las palizas de vuelo transcontinental que se pegan sus parientes, pero, a cambio, han de afrontar aquí el invierno. Hay que decir que eso solo es válido para los países que rodean el mar Mediterráneo, desde Turquía hasta Marruecos porque la población que se adentra más al norte, desde el este de Francia hasta Rumanía, sí que vuela cientos de kilómetros para invernar en los países mediterráneos. En Oriente Próximo y Asia, desde Georgia hasta Mongolia y el centro de China, es un ave estival que, cuando viene el frío, emigra al sur del Himalaya y la India. La población del NO Mongolia es la más septentrional y ello le supone volar, como mínimo, 2.000 km para alcanzar sus cuarteles de invierno. Los ejemplares más viajeros de Europa y Oriente Próximo llegan hasta el oeste de Mauritania y Senegal o siguen por el valle del Nilo y sus afluentes hasta Etiopía.
De punta de pico a punta de cola el avión roquero mide entre 13 y 14 cm. Excepto quizás en mano, no presenta ningún rasgo visible que permita distinguir entre machos y hembras. La única confusión posible con alguno de sus parientes se daría respecto al avión zapador (Oreneta de ribera) aunque, si nos fijamos, el avión zapador presenta una franja de plumaje pardo entre la garganta blanca y el bajo pecho blanco y carece de las seis pintas claras en las rectrices (plumas de la cola) típicas del avión roquero (y la golondrina común) que, no obstante, solo se ven bien cuando las abre en abanico, tal cual las exhibe en la foto de cabecera.
Las aves de la A a la Z (SEO Birdlife)
Servidor d’Informació Ornitològica de Catalunya (SIOC)
Handbook of the Birds of the World