Canastera patilarga: la señorita aún más elegante
Perdiu de mar australiana - Stiltia isabella (Australian Pratincole)
¿Cuántas canasteras hay en el mundo? Solo ocho. Sus parientes más cercanos son los corredores, con quienes comparten la familia Glareolidae (17 especies entre ambos tipos de aves). Siete canasteras pertenecen al género Glareola y luego está… ésta. Para la canastera patilarga hubo que crear un género esclusivo (Stiltia) ya que rompía el molde de sus colegas: no solo es patilarga si no también alilarga y cuellilarga. Aunque colicorta, a diferencia de nuestra canastera común (perdiu de mar europea).
De punta de pico a punta de cola, mide entre 21 y 24 cm y, tal como se aprecia en la foto de cabecera, las plumas primarias, a diferencia de “nuestra” canastera, se extienden mucho más allá del extremo de las rectrices externas. Como el resto de canasteras, la patilarga carece de dimorfismo sexual: machos y hembras presentan el mismo aspecto.
Es residente en el tercio norte de Australia pero hay poblaciones que pasan el invierno en la multitud de islas que se extienden desde el sur de Papua Nueva Guinea hasta Sumatra. Y, desde el núcleo de residencia, otras se desplazan, en época de cría, unos cientos de kilómetros hacia el sur, adentrándose en el desierto australiano. La encontraremos siempre en terrenos muy pelados, aunque tolera la hierba corta y los matorrales bajos. También frecuenta aeródromos, playas diversas (lagos, ríos, mar…) y, en invierno, arrozales segados. He aquí una de esas “aves del desierto” que pocas veces se ven lejos del agua, algo que se entiende mejor si recordamos que se trata de una limícola, pues Glareolidae es una familia del orden Charadriiformes.
Se alimenta de invertebrados: saltamontes, arañas, escarabajos, termitas, libélulas y ciempiés. También consume algunas semillas. Normalmente persigue a sus presas correteando por el suelo pero es capaz de cazar insectos al vuelo.
Cría en función de las condiciones meteorológicas, esperando a que haya abundancia de comida para los pollos. El nido es una somera depresión rasguñada en el suelo casi siempre rodeada por piedrecitas y materia vegetal seca que construye a un par de kilómetros del agua más cercana, quizás para evitar el exceso de depredadores que rondan los humedales. Ambos conyugues incuban y cuidan de los pollos. Estos, una vez fuera del huevo, se esconden bajo una mata o en el interior de madrigueras de conejo. La cuervos, zorros (introducidos), serpientes y lagartos son el factor que más esquilma a esta especie. Aún así, se la considera “no globalmente amenazada”. Faltan estimaciones recientes de su población; en 1993 se dio la cifra de 60.000 ejemplares. Estudios actuales parecen indicar que, por ahora, no peligra en ninguna parte de su distribución.