Carbonero garrapinos: el peque de la familia
Mallerenga petita - Periparus ater (Coal Tit)
Midiendo entre 10 y 11,5 cm de punta de pico a punta de cola, el carbonero garrapinos hace cinco milímetros menos que el herrerillo común y por eso, en Europa, se le puede considerar el pequeño de la familia.
Si bien su ecosistema predilecto son los bosques de coníferas, también lo podemos encontrar en bosques mixtos y, cuando empieza a bajar la temperatura, en casi cualquier arboleda, parques urbanos incluidos. Hay zonas, como el Montnegre, donde coincide todo el año con el carbonero común, el herrerillo capuchino, el herrerillo común e incluso el mito común, que no es bien, bien, una “mallerenga” pero está razonablemente cerca de serlo.
El carbonero garrapinos no muestra dimorfismo sexual (muchos otros páridos, tampoco) así que hembras y machos presentan el mismo aspecto.
La franja blanca y vertical que luce en la nuca es exclusiva dentro de los páridos europeos.
Su área de distribución abarca desde Irlanda, Portugal y el NNO de África (Marruecos, Argelia y Túnez) hasta Japón. Aunque habita alrededor del Mediterráneo (sobre todo, la orilla norte) de ahí hacia el este solo lo encuentras en macizos montañosos, en determinados bosques o, ya más “arriba”, en la vasta extensión de la taiga, hasta justo por debajo de la línea del ártico. Y superándola en la península de Kola (Rusia). En el noroeste de China se le ha visto a la respetable altitud de 4750 m. En Catalunya, durante el verano, cría hasta el límite superior de los pinares que, dependiendo de la orientación de la ladera, puede hallarse por sobre 2000 metros.
Se alimenta de muy variados insectos, otros invertebrados (arañas, ácaros, milpiés, lombrices…) y no pocos tipos de semillas. Quizá por abarcar una dieta tan amplia es por lo que resulta común y consigue resistir los inviernos incluso cuando decide permanecer en los pinares nevados de los Pirineos. No obstante, a partir de octubre, bastantes ejemplares descienden a zonas de temperaturas más amables, llegando prácticamente hasta el mar en sitios como los pinares del Delta del Llobregat (riera de Sant Climent).
Cuando las condiciones los empujan a ello, forman grandes bandos que viajan hacia el sur largas distancias; ese fenómeno se denomina “irrupción” y es propio de muchas aves de latitudes elevadas.
Las irrupciones de carboneros garrapinos no son frecuentes y muy rara vez llegan hasta la península ibérica. Así que los ejemplares que vemos en Catalunya son catalanes. No conozco un sitio donde las probabilidades de hallar este ave en una prospección de dos horas sea del 95% pero, puesto que habita casi cualquier pinar, sobre todo a partir de los 700 metros de altitud, es cuestión de paciencia encontrar alguno. Las serranías prepirenáicas –escoge la que más te guste– son ideales para observar este pajarillo.