Tarabilla canaria: el pajarillo ultraendémico
Bitxac canari - Saxicola dacotiae (Fuerteventura Chat)
Puedes visitar seis de las islas Canarias (y también islotes como La Graciosa o Alegranza) y volverte sin haber divisado este pajarillo ultraendémico. Los ingleses tuvieron mejor puntería al llamarla Fuerteventura Chat. Y si bien es una especie extendida por esa isla, tampoco aparece en cualquier lado: hay que saber dónde buscar. Lugares concretos como el barranco de la Torre, el Embalse de Los Molinos (su entorno) o la carretera que desciende hacia Cofete son buenos enclaves para esta especie. Su hábitat preferente son las laderas rocosas con al menos un 50% de cobertura arbustiva. Evita las zonas arenosas y tampoco le gustan los campos de lava. No obstante, se adapta a entornos agrícolas e incluso a los jardines.
La tarabilla canaria se ríe del impulso migratorio ya que solo sale de su territorio cuando las condiciones ambientales le obligan a buscar un lugar mejor, lo que rara vez supone un desplazamiento superior a los 20 kilómetros. Aun así, de tanto en tanto, se localiza algún ejemplar o pareja en Lanzarote. El estrecho que separa el norte de Fuerteventura del sur de Lanzarote tiene un ancho de 10,5 km pero parece que no consigue establecerse en esa isla ya que apenas contiene ecosistemas aptos para ella. Y eso en un buen año de lluvias, cuando ha llegado a criar.
Resulta muy ilustrativo que un paseriforme de dieta carnívora dependa de la cobertura vegetal pero ello se debe a que la cantidad de invertebrados está directamente asociada a la cantidad de matorrales y otras plantas, así como a la salud de estas… salud ligada a los índices de precipitación durante la temporada reproductora: entre enero y abril.
La tarabilla canaria come moscas, orugas, hormigas, ciempiés, escarabajos, saltamontes y mariposas. Se ha registrado la ingesta de bayas de cambronera (Lycium intricatum).
De punta de pico a punta de cola mide entre 11 y 12,5 cm. El macho se ilustra en la foto de abajo mientras que la hembra es de tonos más apagados, con solo un matiz crema en la parte alta del pecho. Una de ellas, portando una oruguita, aparece en la foto de cabecera, a la izquierda del macho. Y a la izquierda de la hembra hay un joven ya muy crecido. La familia está posada sobre un cardón, que no es un cactus aunque lo parezca, si no una especie del género Euphorbia.
Las estimas más recientes sobre su población sugieren que hay una media de 14.500 ejemplares aunque se ha constatado que ese número fluctúa bastante según los años, dependiendo de la sequía y la abundancia vegetal. Pero en el listado español de la UICN se la clasifica “En peligro” porque los gatos, las ardillas terrestres (ambas especies introducidas) y los erizos morunos (autóctono) depredan sobre los nidos. Las cabras eliminan la vegetación, la sobreexplotación de la capa freática (extracción de agua en el subsuelo) seca los barrancos y las infraestructuras turísticas le restringen el hábitat. Como Piolín, la tarabilla canaria es un pajarito duro de pelar pero ojo, que todo tiene un límite.
UICN, Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza