Ñandú común: el padre ejemplar
Nyandú comú - Rhea americana (Greater Rhea)
Los ejemplares más grandes (siempre machos), con su máximo de 40 kg, alzan la cabeza a 170 cm del suelo, 140 cm en el caso de las hembras. En ambas fotos aparece un macho; la hembra tiene la base del cuello pardo oscura en vez de negra. El ñandú común habita desde el NE de Brasil hasta el cuadrante NE de Argentina aunque solo allí donde se conservan determinados ecosistemas: herbazal, sabana y arboledas abiertas, a cualquier altitud. Desde que Sudamérica fue “conquistada”, ese tipo de hábitat está siendo convertido en terreno agrícola y pastizales para el ganado, de manera que ahora este pariente del avestruz se halla disperso en parches de territorio a menudo protegido, lo que dificulta el intercambio genético y ya se ha ganado la clasicación IUCN de “casi amenazado”. Afortunadamente, es capaz de alimentarse de cultivos adyacentes a sus hábitats naturales… lo cual puede acarrearle la enemistad de los campesinos. Aunque, puesto a correr, alcanza los 60 km/h durante un corto intervalo de tiempo, no es bueno saltando y por eso los cercados limitan sus movimientos.
El ñandú común tiene un pariente con más suerte: el ñandú petiso (Rhea pennata) algo más pequeño, de plumaje corporal difusamente moteado y que campa por las pampas y altiplanos patagónicos – desde Bolivia hasta Tierra del Fuego – que es un entorno menos machacado, aunque deba compartirlo con las ovejas de Benetton, empresa que ha comprado media Patagonia para producción de lana…
Si bien cada macho de ñandú común – a poca suerte que tenga – se aparea con varias hembras (un pequeño harén temporal) éstas ponen sus huevos en un nido comunal que queda bajo la vigilancia del caballero: él se encargará de incubarlos y acompañará, y defenderá, a los “ñanducitos” hasta que se independicen. No es raro ver un macho “pastoreando” veinte pollos rayados.
Básicamente se alimenta de hierba aderezada con invertebrados. Le gusta la alfalfa, pero la consume en mayor proporción durante el invierno, cuando ese recurso es demasiado escaso para que el ganado lo aproveche y, en consecuencia, no ofende a los productores de carne y lana.