Pato mandarín: el pato de gala
Ànec mandarí - Aix galericulata (Mandarin Duck)
Quien más, quien menos, ha visto esta alucinación de la madre naturaleza en fotos o usada como decoración en estanques de parques y jardines. Yo he necesitado 19 años para poder verla en estado salvaje y eso yendo a Corea del Sur, donde es escasa. Su área de distribución natural abarca al extremo S.E. de Rusia, el rincón N.E. de China, Japón y Taiwán. En invierno, las poblaciones norteñas emigran al cuadrante S.E. de China.
Fue introducida en Inglaterra a principios del s. XX, en Irlanda en 1978 y también hay poblaciones ferales en Francia y en Suiza, así como en E.E.U.U. y otros varios países del mundo ya que el ser humano no se ha resistido a rodearse de aves exóticas tan espectaculares como esta (o los faisanes). Debido a ello, tal como comentaba al principio, este pato le resulta familiar a todo quisque, aunque solo una minoría lo haya visto en libertad, incluso en Europa.
Por su aspecto compacto parece pequeño, pero no; de punta de pico a punta de cola mide entre 41 y 51 cm, que es lo mismo que mide el silbón europeo (Mareca penelope). La hembra del mandarín, aunque mucho más discreta que el macho, también es preciosa; véase la parejita en la foto de cabecera.
El pato mandarín habita lagos y ríos rodeados de bosque y vegetación frondosa, generalmente con aguas tranquilas o de moderada corriente
Pertenece a ese club excéntrico de patos que nidifican en huecos de árboles, como si de cárabos se tratase. Curiosamente, una parte importante de su dieta la componen diversas semillas grandes; bellotas, nueces y castañas. Por todo ello (entorno arbolado, nidificación y dieta) se le puede considerar una anátida forestal. No obstante, también consume alimentos más típicos de patos: plantas acuáticas e invertebrados (caracoles, insectos…) e incluso algunos vertebrados como renacuajos, ranas y peces. Durante sus primeras semanas de vida, los patitos crecen a base de insectos, aunque luego su dieta se diversifica. Que yo sepa, el pato mandarín se ríe de la cara que puse cuando, hace apenas unas pocas semanas, lo vi por primera vez en libertad. Quizá el bicho peque de ostentoso, pero menudo espectáculo…