Faisán vulgar: un caso triste
Faisà – Phasianus colchicus (Common Pheasant)
Este es un caso bien curioso. Y bien triste. El faisán vulgar es originario del Cáucaso y de Oriente Medio pero, en Europa, ya fue introducido como especie cinegética en tiempo de los romanos. No obstante, en Catalunya, su población actual depende de la suelta de ejemplares criados en cautividad y destinados a ser tiroteados por la mayor comunidad de amantes de los animales: los cazadores. Eso es tanto como decir que lo tenemos en nuestros campos por el único motivo de ser pieza cinegética. Según datos del “Atles del ocells nidificants a Catalunya”, entre 2004 y 2018 cada año se soltaron, por término medio, 25.258 ejemplares de granja. Y se cazaron – cada año – 24.014 (de media). Considerando su elevada mortalidad por depredación y su escasa capacidad de supervivencia, últimamente se sospecha que, de cesar la suelta – e incluso si no se cazase – se exinguiría en pocos años. Pero ninguno de ambos supuestos está previsto y se le calcula una población catalana de entre 750 y 3500 parejas. Presenta un poblamiento errático, apareciendo y desapareciendo de muchas zonas en breves lapsos de tiempo. De 40 cuadrículas con seguimiento, solo en una se ha detectado en los dos últimos Atles. No obstante, parece que, a largo plazo y en conjunto, sus efectivos, si bien mayormente renovados de forma artificial, se mantienen estables.
De punta de pico a punta de cola mide entre 50 y 70 cm. Pero entre 41 y 51 cm pertenecen a la cola, que casi es el doble de larga que un ala. Las hembras son algo más pequeñas y bastante más ligeras que los machos pues ellas pesan entre 500 y 1100 gr mientras que ellos oscilan entre los 900 y los 3000 gr. El dimorfismo sexual es patente, con un plumaje críptico en la hembra (foto de cabecera) y una explosión cromática en el macho (foto de abajo).
Se adapta a diversos ecosistemas pero lo suyo es el terreno agrícola combinado con arboledas y masas de matorral. También frecuenta bosque abierto, marismas, barbechos… Presente desde el nivel del mar hasta, puntualmente, los 3.500 metros de altitud.
En sus zonas nativas se han documentado migraciones masivas, principalmente de machos adultos, que se trasladan desde China a la cuenca del Amur. Pero, en general, tiene un comportamiento sedentario o moderadamente errático.
Suele buscar mayor cobertura vegetal durante la época reproductiva y usar más espacios abiertos el resto del año.
Es un ave omnívora con un amplio espectro alimentario: come desde maíz y pipas de girasol a uvas pasando por frutas y bayas diversas, bellotas, avellanas, saltamontes, caracoles, grillos y lombrices. Vamos, que no se suele morir de hambre y se ríe de la especialización trófica. Por si fuera poco, puede prescindir del agua, extrayendo la que necesita de lo que come. Sin embargo, casi siempre vive donde pueda encontrarla.
A día de hoy, su área de distribución como especie introducida es varias veces mayor que su área de distribución nativa. Por ejemplo, está presente en todo EE.UU., sur de Canadá, toda Europa, incluido el sur de Escandinavia y también, por el otro extremo, las dos Coreas y Japón. Soporta bien el frío pero es muy escaso – siempre introducido y escaso – en climas tropicales, como Cuba. Está ausente del norte de África y las Islas Canarias, salvo por alguna cita en Ceuta.
No cabe duda de que el faisán vulgar es un ave espectacular pero de esas que no deberían estar entre nosotr@s y, si hacemos caso a los estudios recientes, tampoco podrían si no fuera por la política de sueltas periódicas. Pero, entre que fue traída por los romanos y la implantación de la moderna sistemática cinegética de cría en cautividad ¿cómo sobrevivió? ¿desapareció durante largos periodos y fue introducido en diversas ocasiones? Me faltan esos datos.
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