Arao común: no racism!
Somorgollaire - Uria algee (Common Murre)
Una de las muchas familias de aves que me chiflan es la de los álcidos; frailecillos, mérgulos, alcas y araos. En “Conócelas” ya he mostrado dos frailecillos y un alca; ahora le toca el turno al arao común. En España, antes de 1960, se contaban 3.000 de éstos en 11 localizaciones. Pero la última colonia (10 parejas) ubicada en las islas Sisargas (Galicia) se fue al garete tras el desastre del Prestige. Desde entonces, el arao común es un visitante atlántico invernal que, eso sí, continua muriendo en las redes de enmalle, desde Euskadi a Galicia. La península ibérica estaba en el límite sur de su distribución… y los límites a menudo son los primeros territorios de donde desaparece una especie cuando inicia su declive. El calentamiento global tampoco le hubiese favorecido.
Afortunadamente, todavía es común en muchas islas y costas acantiladas del ártico y subartico planetario. Su población mundial se estima en nueve millones de parejas, cuatro de ellos en el Atlántico norte y cinco en el Pacífico norte. En el siglo XIX y principios del XX se produjo un espectacular descenso mundial de sus efectivos a causa de la caza, el expolio de nidos y la depredación a cargo de animales domésticos asilvestrados.
Actualmente solo existen grandes colonias de araos comunes allí donde abundan el copépodo Calanus finmarchicus, pues ese ínfimo bichito marino es lo que alimenta a muchas de sus presas: peces, crustáceos y gusanos poliquetos.
Los araos comunes capturan sus piezas sumergiéndose. Si la cosa está fácil, bucea a entre 10 y 30 m de profundidad, aunque a menudo se ha de esforzar más y llegar a los 70 m. El record lo tiene un ejemplar que bajó 180 m.
Recordemos que los álcidos son aves pelágicas; pasan la mayor parte del año en aguas litorales y mar abierto y solo tocan tierra durante los dos o tres meses que dura la crianza.
Divisar un arao en Catalunya siempre fue raro de narices; yo nunca lo he visto aquí. Y tampoco le he echado el ojo, aun en invierno, en mis tres o cuatro excursiones a lo largo del litoral cantábrico, a pesar de que lo visita cada año, en pequeños números. Pero la población Europea estaría entre los 2.350.000 y los 3.060.000 de ejemplares, con nada menos que 1.418.000 en las islas Feroe y el resto distribuido básicamente por las islas Británicas, Islandia y Noruega.
De punta de pico a punta de cola mide entre 38 y 43 cm. Machos y hembras presentan el mismo aspecto y su plumaje sufre cambios con las estaciones; en invierno, el blanco del pecho invade cuello, garganta y zona auricular (el entorno del oído). En el Atlántico existe una curiosa mutación con “gafas blancas” que es más común en colonias cuanto más al norte. Ambas formas, tal como se ve en la foto de abajo, conviven y congenian (no racism!).
El arao común se ríe de la prudencia ya que deposita sus huevos directamente sobre estrechas repisas de acantilados rocosos pues no monta nada similar a un nido. Por ello sus huevos son más alargados de lo normal, con la punta especialmente fina; esa forma es más apta para evitar que rueden y caigan, ya que solo giran sobre la punta. Es una curiosa “decisión” evolutiva ya que un lecho de algas secas, fáciles de conseguir, sería un remedio bastante más efectivo. Pero seguro que tiene sus ventajas ahorrarse el trajín de hacer el nido.
Ya he comentado, grosso modo, algo de su distribución atlántica, que alcanza hasta las islas Svalbard y Novaya Zemla, SO de Groenlandia y este de Canadá. En el norte del Océano Pacífico sus colonias más meridionales están en California y, más “arriba” se le encuentra frecuentemente entre Alaska, las islas Aleutianas y las costas de la Rusia oriental; península de Kamchatka, Islas Kuriles, Sajalín… En invierno se dispersa por los mares boreales pero, por el sur, algunos contingentes alcanzan las aguas continentales de Portugal y el Japón meridional.
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