PASEOS POR ÁFRICA – NAMIBIA

CAPÍTULO III – NAMIBIA

Tuvieron que pasar 16 años para que volviesen los paseos por África.

En 2007, el destino para este reencuentro fue Namibia. Y para dar más autenticidad al viaje, en esta ocasión decidimos huir de hoteles y similares para alojamos en tiendas de campaña. Tomé prestada la mochila que utilizaba mi hijo para ir de colonias y ¡a la aventura!

Ya era aficionado la ornitología y llevaba un tiempo preparando el viaje; me compré una guía “Birds of Southern Africa” y estuve varios meses estudiándola para familiarizarme con la avifauna namibia: 687 especies con 2 endemismos me esperaban.

Este joven país, que obtuvo su independencia en 1990, antes había sido colonia Alemana y posteriormente fue invadido por Sudáfrica. Tiene una extensión de más de 824000 km2 y tiene solo 2,1 millones de habitantes.

Drongo ahorquillado - Fotografía Javier Ruiz
Drongo ahorquillado – Fotografía Javier Ruiz

Empezamos por la zona norte de país, la región del Kaokoland.

El primer campamento estaba vacío de humanos, pero habitado por una colonia de babuinos a los que no les hizo ninguna gracia nuestra llegada. Tenía unas instalaciones sorprendentes como una bañera al aire libre situada cerca de un acantilado con una vista impresionante; de no haber sido porque por las noches hacía muchísimo frío igual me hubiera animado a tomar un bañito bajo las estrellas.

Como este campamento estaba vallado y no existía peligro de ataque por parte de los grandes felinos podía andar a mi aire y empezar a buscar aves. Rápidamente empecé a ver tocos (uno de mis objetivos era el Toco de Damara especie endémica pero falló), estorninos, tejedores, abejarucos, y tuve el primer contacto con la carraca lila.

En esta zona, el Kaokoland, viven los himbas una tribu de pastores seminómadas. Os contaré una anécdota a propósito de ellos: En algunas de las carreteras de Namibia y cerca de núcleos de población, hay supermercados que nada tienen que envidiar a los nuestros. Paramos en uno de ellos para aprovisionarnos y de repente aparecieron dos mujeres himbas vestidas de forma tradicional (solo una faldita de cuero) empujando sendos carritos y haciendo la compra, la imagen era algo anacrónica. No hice ninguna foto (me lo tengo totalmente prohibido).

Después de esto, hacia Ethosa (otro de los lugares soñados). Este parque nacional de 22.000 km2 está totalmente influido por el régimen de lluvias; yo estuve a primeros de septiembre que es el final de la estación seca, casi todo el parque estaba agostado y cubierto de polvo, solo quedaban con agua algunas charcas, que nos permitieron ver en poco espacio de tiempo gran cantidad de animales que iban a beber, desde manadas de elefantes hasta grupos de oryxs , algún que otro león e incluso leopardos, todos a la vez pero guardando una prudente distancia de seguridad.

En cuanto avifauna, la presencia de avestruces era constante, también las avutardas (kori y de Namibia), sisones (moñudo austral y negro aliclaro), gangas (bicinta y namaqual),  buitres (orejudo, cabeciblanco, del Cabo, dorsiblanco) y muchas más.

Avutarda de Kori - Fotografía de Javier Ruiz
Avutarda de Kori – Fotografía de Javier Ruiz

Los campamentos de Ethosa también estaban vallados por lo tanto podía buscar en  las zonas arboladas paseriformes como estorninos (brillante de ojos rojos, violeta, brillante de burchell, de alas rojas) o tórtolas (senegalesa, rabilarga, del cabo) y recuerdo dos especies que me llamaron poderosamente la atención: el pájaro ratón dorsiblanco y el azulito angoleño. Una precisión: estaban vallados pero la valla no debía ser muy tupida por que por allí merodeaban mangostas, rateles y algún que otro chacal.

Nos dirigimos hacia la Costa de los Esqueletos (en un tramo de la costa occidental). Se suponía que de camino deberíamos ver una importante zona húmeda habitada por miles de flamencos comunes, pero ni rastro, la sequía había acabado con esta maravilla. Como alternativa fuimos a Cape Cross, allí existe una impresionante colonia de Leones marinos que puede contar con más de 100.000 ejemplares; su presencia se percibía antes por el olfato que por la vista. Además de leones marinos merodeaban por allí, a la espera de descubrir alguna presa, varios chacales.

Y por fin, el desierto de Namib. Este desierto tiene una extensión de más de 80000 km2 y está considerado como el más viejo del mundo, unos 65 millones de años.

Acampamos en una zona llamada Sesriem que es la entrada al corazón del desierto Sossusvlei, y lo de entrada es literal: hay una puerta de acceso que se abre en cuanto empieza a amanecer.

Hay que recorrer unos 70 km hasta llegar al destino final, el salar de Sossuslevei. El camino está jalonado por montones de dunas de color rojo; algunas superan los 300 m de altura y tienen nombres, como la fotogénica “Duna 45“. El paisaje es espectacular, inolvidable… se agotan los adjetivos.

Duna 45 - Fotografía de Javier Ruiz
Duna 45 – Fotografía de Javier Ruiz

En ese camino se pueden observar oryx y springbok; no hay grandes mamíferos. Aunque existen pequeñas zonas de vegetación, la falta de agua hace muy difícil la vida: solo hay 180 especies de aves. Algunas de ellas se dejaron ver como el avestruz, azor lagartijero, cuervo pío, alcotán turunti (varias parejas muy juguetonas) o alondras (pero ni rastro de la deseada alondra de las dunas).

Azor lagartijero - Fotografía de Javier Ruiz
Azor lagartijero – Fotografía de Javier RuizAlcotán turunti - Fotografia de Javier Ruiz

Alcotán turunti – Fotografia de Javier RuizA la vuelta de una de las incursiones al salar tuvimos una idea, aprovechando una bolsa de plástico hicimos un bebedero y lo llenamos de agua: al poco tiempo montones de estrildas cabrecirrojas acudieron a beber con desesperación, ¿cuántos días llevarían privados de agua?

Estrildas cabecirrojas - Fotografía de Javier Ruiz
Estrildas cabecirrojas – Fotografía de Javier Ruiz

Y del desierto a casa, pasando por el aeropuerto. El tercer paseo acabó, pero el recuerdo y el polvo rojo del desierto permanecieron durante bastante tiempo.

Duna - Fotografía de Javier Ruiz
Duna – Fotografía de Javier Ruiz

Javier Ruiz

Ornitólogo, fotógrafo, y viajero. Socio de SEO desde hace más de 25 años y colaborador del Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010.

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