Curruca cabecinegra: feliz entre las zarzas
Tallarol capnegre – Sylvia melanocephala (Sardinian Warbler)
Desde esta página os saluda hoy uno de los paseriformes más extendidos y generalistas, no solo de Catalunya si no de la cuenca mediterránea: la curruca cabecinegra; cualquier lugar por debajo de los 1300 metros que no sean bosques cerrados y que contenga algo (o mucho) matorral, es bueno para él. Puesto que permanece casi siempre dentro de la vegetación, es un desconocido para el común de los mortales. No obstante, basta con estar atent@s a los movimientos en los arbustos, y a su malhumorado reclamo para, con paciencia, poder observarlo. A finales de invierno empieza a cantar y eso hace al macho más visible ya que sube a lugares prominentes para llamar la atención de las hembras, desafiando a depredadores tales como el gavilán común. En muchas especies de aves, la selección natural no solo favorece a quienes cantan mejor, más fuerte y durante más rato si no también a quienes sobreviven a esa manera, un tanto suicida, de hacerse ver.
Su área de distribución mundial se circunscribe mayormente al ámbito mediterráneo, aunque, en Canarias, Marruecos, Portugal, Galicia y País Vasco hay poblaciones que viven en clima atlántico.
Por el este se estira hasta Turquía e Israel y por el oeste hasta las islas de El Hierro y la Palma, así como puntos del Sáhara Occidental. Las poblaciones migratorias pasan el invierno en el mayor desierto del planeta, aunque no en sus dunas si no en zonas menos feroces; sabanas, oasis y uadis con acacias, arbustos, etc… Argelia, Mauritania, Mali, Sudán, Libia, Egipto y Níger son países donde esta especie es solo un visitante invernal. Así que no hablamos de un migrante transahariano si no sahariano, a secas (nunca mejor dicho).
En Catalunya es residente y podemos verlo todo el año, sin ir más lejos, en el parque de la Ciutadella, en el Delta del Llobregat, en el Cap de Creus (donde abunda), etc…
De punta de pico a punta de cola mide unos 13,5 cm. La hembra es tal cual luce en la foto de cabecera y el macho entona una aria en la foto de abajo. El anillo ocular de piel roja que ambos sexos poseen es un rasgo suyo característico. Hay quien la confunde con la curruca capirotada (Sylvia atricapilla) pero buscadla en “Conócelas” y veréis que las diferencias son evidentes.
La dieta de la curruca cabecinegra consiste en artrópodos; insectos variados, arañas, pequeños caracoles… pero lógicamente la alterna con frutas y bayas, sobre todo en invierno, cuando los bichitos escasean.
Es uno de esos pájaros felices que, por ahora, se ríen de la extinción; se ha constatado su expansión en algunos países, por ejemplo, en España, donde antaño (siglo XIX) no era tan común. Se especula con que el cambio climático le favorece, así como el abandono de la agricultura que provoca la aparición de nuevas zonas de matorral. Sin embargo, los inviernos largos y fríos diezman su población, como pasó en Francia en los años 2001-2002. Pero, tal cual pinta el patio climático, cada vez vamos a tener menos inviernos largos y fríos, así que difícilmente van a declarar a la curruca cabecinegra “Ave del Año”, al contrario de lo que le ha pasado al Sisón, ya sabéis.