Ganga ibérica: esponja paternal
Ganga – Pterocles alchata (Pin-tailed Sandgrouse)
Es una de las aves más bellas de Europa pero también una que cuesta mucho de ver. No será porque la oculten los árboles ya que vive en semi-desiertos, estepas, campos de cereal y otros cultivos y barbechos de secano donde, al menos en teoría, la visibilidad es amplia. No obstante, pegada al suelo, casi cualquier cosa la esconde; la cresta de un surco, una mata baja, la densidad de la hierba corta en la distancia… Lo más habitual es descubrirla volando, cuando emite su particular y poco musical reclamo. Aun en vuelo lejano (200 m) tiene un perfil inconfundible. Pero, para quienes estamos “enfermos de aves”, verla cerca y posada es una epifanía. Asombra constatar cómo la naturaleza se las apaña para crear un plumaje perfectamente críptico y a la vez espectacular.
Y no penséis que está muy extendida; su población mundial se restringe a cuatro núcleos de población; península ibérica, una franja que cruza desde el oeste de Marruecos hasta el NO de Libia, la zona entre Israel y el SO de Irán, norte de la península arábiga incluida, y la que abarca el SE del Caspio, todo Turkmenistán, Uzbequistán, sur de Kazajstán, este de Afganistán, Pakistán y el NO de la India. Cuanto más al este, menos sedentarias son la poblaciones. La de la península ibérica no se desplaza, la de Marruecos y Argelia baja en invierno unas decenas de kilómetros hacia el sur, la de Israel e Iraq emigra al norte de la península arábiga y la de Turkmenistán desciende hasta Pakistán y la India. En esta última zona pueden haber bandadas que vuelen algún millar de kilómetros.
En Catalunya estamos mal de ganga ibérica; Tenemos una población que el ICO (en el periodo 2006-2009) estimo entre 90 y 111 individuos.
En Catalunya se la considera en peligro crítico, igual que su pariente la ganga ortega (Xurra), que todavía está peor.
En el resto de la península ibérica las cifras no son tan bajas, pero en Catalunya le hemos machacado el hábitat convirtiendo en regadío una parte del secano que nos quedaba. Ahora, los pocos bandos que sobreviven se mueven principalmente por el centro-este de la comarca del Segriá. No se ha advertido un descenso significativo de nuestra población de ganga ibérica, quizás gracias a la protección, por parte de SEO/BirdLife y otras organizaciones, de algunas áreas vitales para esta especie. No obstante, sus hábitos nómadas impiden una gestión completa y no está claro cómo le pinta el futuro.
Los pocos bandos que sobreviven se mueven principalmente por el centro-este de la comarca del Segriá (Lleida)
La dieta de los pteróclidos (16 especies en todo el planeta) es apabullantemente vegetariana; más del 90% lo constituyen semillas, brotes, hojas y flores. No obstante, habitualmente por accidente – mezclados con las hojas y flores – pero a veces quizás a propósito, también se zampan algunos insectos.
El rasgo biológico más celebrado de las gangas (no solo la ibérica) es su forma de llevarle agua a los polluelos. Mientras que muchas especies de aves beben y luego regurgitan, las gangas han desarrollado unas plumas especiales en el bajo pecho y vientre capaces de absorber entre 15 y 20 ml de agua por gramo en seco. La capacidad de una esponja sintética no supera los 5 ml. Ahí queda eso; ya sabemos de qué se ríen las gangas. Durante los primeros días de los polluelos, mientras todavía están en el nido y sus inmediaciones, es el macho quien, en exclusiva, vuela hasta el estanque, charco o abrevadero más cercano (en ocasiones puede quedar a 20 km de distancia) y tras “cepillar” el suelo con las plumas especiales, las empapa en agua, sumergiéndolas. A veces, ni siquiera llega a beber. Al volver al nido, separa las patas y los polluelos se meten bajo su cuerpo, como corderos mamando.
De punta de pico a punta de cola miden entre 31 y 39 cm. Machos y hembras presentan sutiles pero concretas diferencias de plumaje; un distinto patrón en las plumas del dorso y las coberteras mayores (véase foto de cabecera) y un doble collar negro en el cuello de la hembra que, además, tiene la garganta siempre blanca. En invierno, a las gangas se les desluce un tanto el plumaje; palidece el color naranja en la cabeza y a los machos les apuntan plumas blancas en la garganta, pero no es un cambio radical. El magnífico ejemplar nupcial de la foto de abajo es masculino.