Pato criollo: género exclusivo
Ànec mut - Cairina moschata (Muscovy Duck)

El genuino pato criollo es una anátida acosada por cazadores que lo buscan para comérselo y que coman sus hij@s. En consecuencia, resulta muy cauto y temeroso, de manera que solo los que viven en zonas bien protegidas (no solo protegidas nominalmente) admiten ser retratados como el que ilustra este artículo.

Grande, pesado y de belleza discutible, estamos ante un pato tan singular que para él se creó, en exclusiva, el género Cairina.

De punta de pico a punta de cola mide entre 66 cm (las hembras más pequeñas) y 86,5 cm (los machos más grandes). Ellas se distinguen por carecer de “tupé” y bolitas rojas en la cabeza. Como los machos inmaduros son muy similares a las hembras, su dimorfismo sexual es leve.

Habita humedales rodeados de selva y solo ocasionalmente lagunas litorales. Como muy arriba se lo ha visto a 1.200 m.s.n.m. Su área de distribución originaria – allí donde se encuentra en estado salvaje – abarca Centroamérica, toda la Amazonía y junglas similares, desde el norte de Venezuela hasta el norte de Uruguay y Argentina. Evita agruparse en bandos: cada ejemplar o pareja vive relativamente lejos del resto. Y no migra, aunque coloniza zonas aptas cuando le es posible.

Junto con el ánade azulón (ànec collverd) y el ánsar común (oca comuna), el pato criollo forma parte del triunvirato de anátidas más difundidas fuera de sus predios nativos. Para más inri, son tres especies que se cruzan alegremente entre sí. Y sus híbridos siguen cruzándose hasta dar lugar a los monstruitos que encontramos en cualquier sitio, generalmente a la espera de que les demos de comer, no en vano es un omnívoro oportunista que consume tanto materia vegetal (semillas, pasto, plantas acuáticas…) como animal, desde invertebrados de todo tipo a pequeños vertebrados (peces, anfibios, reptiles…) En especial, le chiflan las termitas. Los mutantes domésticos que podemos ver en granjas y estanques de parques y jardines comerán casi cualquier cosa que le echen: pan, salami, donettes…

En un nido de pato criollo se han contado hasta 18 huevos puestos por una misma hembra, aunque la cantidad media por puesta es de 10. Como los juveniles tardan 70 días en volar, se entiende que sea necesario crear una familia numerosa para que algún pato de esta especie llegue a adulto ya que pasa mucho tiempo a merced de depredadores tales como siluros, pequeños felinos, aves rapaces, anacondas, caimanes y cocodrilos. Sin contar a los cazadores humanos.

Allí donde se expande la “civilización”, las poblaciones de este pato merman, se extinguen y/o son sustituidas por los híbridos domésticos. No obstante, dada la amplitud de su distribución, todavía se le considera no amenazado globalmente. Y eso que no existe un censo que cuantifique su población mundial o nacional. Si se le protege, cría fácilmente en cajas nido.

Macho de Pato criollo (Cocha Blanco – Madre de Dios – Perú 29-8-10). Foto de Salva Solé.

Birds of the World

Salvador Solé

Ornitólogo, fotógrafo, viajero y articulista. Socio de SEO/BirdLife desde 2002, colabora con el Grupo Local SEO Barcelona desde su fundación en 2010 y desde el mismo imparte cursos y charlas, también es guía de excursiones ornitológicas divulgativas.

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