Garza imperial: la garza de verano
Agró roig – Ardea purpurea (Purple Heron)
Local y temporalmente, esta esbelta “garza de verano” llega a hacerse más visible que la ubicua y residente garza real (Bernat pescaire) porque la imperial ocupa los humedales y se reproduce en arboledas cercanas mientras que la real los abandona parcialmente para concentrarse en las colonias de los bosques de ribera donde nacerán sus pollos. Siempre quedan garzas reales que no se marchan y garzas imperiales que crían junto a las reales pero la verdad es que el número aparente de garzas reales desciende sensiblemente en muchas zonas húmedas entre finales de abril y finales de julio. Luego, cuando los jóvenes se independizan, se vuelven a dispersar repoblando marismas, charcas y lagunas. Entonces la garza imperial ”hace las maletas” y, junto a sus jóvenes, regresa a los trópicos donde permanecerá hasta la próxima primavera. Así se evita el exceso de competencia entre estas dos grandes ardeidas. Hay periodos de solapamiento cuando llegan las primeras imperiales y las reales todavía remolonean o cuando han vuelto las reales y aun rondan las imperiales; la naturaleza no funciona como un reloj. Pero casi.
Con entre 78 y 90 cm de punta de pico a punta de cola, la garza imperial es algo más pequeña que la real y que la garceta grande (Agró blanc) aunque hay que verlas juntas para darse cuenta. Como es habitual en las garzas, la imperial no muestra diferencias de aspecto entre sexos. Y tampoco se aparta de las preferencias del “gremio” Ardea en cuanto a la dieta; pescado diverso – desde anguilas a carpas – anfibios, insectos acuáticos y sus larvas, invertebrados terrestres, moluscos, cangrejos, culebras, lagartos, roedores e incluso pollos de otras aves (fochas, anátidas, rállidos…) No me consta que haya catado la verdura y aunque se atraque de carne, sigue esbelta y elegante; se ríe de las modelos de pasarela, sometidas a dietas – e incluso cirugías – que las mantienen con ese caro aspecto, tan similar al de las garzas.
El ICO estimó, en el año 2.002, que en Catalunya se juntaban entre 800 y 1.200 ejemplares adultos a los cuales, tras la temporada de cría, habría que sumar los jóvenes (foto de cabecera). Se considera que es una especie en declive a lo largo y ancho de Europa, península ibérica incluida. En Catalunya se clasifica de “casi amenazada” aun cuando parece que, desde 1975 hasta el 2002, triplicó su número. El principal riesgo que afronta es la pérdida de hábitat y cualquier circunstancia que perturbe sus colonias de cría. En concreto, aunque el Delta de l´Ebre es un espacio más o menos protegido donde esta garza resulta favorecida por el régimen hídrico de los arrozales, todo se está yendo al carajo ante la impasibilidad del grueso de la sociedad, del que se hace eco la clase política; el Delta de l´Ebre que, junto a Doñana, alberga las mayores colonias de garza imperial de la península ibérica, está retrocediendo a causa del aumento del nivel del mar y la falta de sedimentos; éstos quedan retenidos en las presas del Ebro, el mar erosiona el delta y, además, se hunde.
A fecha del 2019 aun es fácil ver esta especie estival en los tres principales humedales de Catalunya (Aiguamolls de l´Empordà, Delta del Llobregat y Delta de l´Ebre), así como en los estanys d´Ivars y Utxesa; disfrutadla ahora, por si acaso…
Afortunadamente, a nivel mundial se la clasifica de “no globalmente amenazada” porque el grueso de su población planetaria está en África, donde es un ave residente muy extendida al sur del Sáhara, al igual que en el Asia tropical, desde Pakistán hasta el SE de China y por buena parte de Indonesia. De las que viven en la mitad oriental de Eurasia salen las que emigran al NE de China y punta SE de Rusia, mientras que de la gran población africana vuelan aventureras que emigran para criar en Europa y Oriente Medio, desde Portugal y Países Bajos hasta Tayikistán y Kirguistán. Como muy “arriba” llegan a Polonia y el norte de Ucrania, pero no alcanzan Bielorrusia. En el sur de Inglaterra es una rareza de aparición estival regular; quizás el cambio climático que, en verano ya cocina el centro de Europa e incluso el norte, la convenza de nidificar allí.
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