La distribución mundial de esta especie se describe en un pis-pas; exclusivamente Cuba y algunos de sus islotes aledaños. A fecha del 2019, BirdLife le reconoce tres subespecies que presentan diferencias de tamaño y leves variaciones de coloración en el plumaje. En el resto del Caribe medran cuatro especies más de cucos lagarteros, endémicas de otras tantas islas y archipiélagos; las Bahamas, Jamaica, la Española y Puerto Rico.
A pesar de que su reproducción está poco estudiada, se sabe que construye nido e incuba sus propios huevos.
Con entre 45 y 55 cm de punta de pico a punta de cola, este es un cuco tan largo como un día sin pan. Machos y hembras presentan el mismo aspecto, aunque ellas suelen tener mayor peso y tamaño. A pesar de que su reproducción está poco estudiada, se sabe que construye nido e incuba sus propios huevos; no va por ahí poniéndolos en nidos ajenos, al estilo de muchos cucos. Eso sí; no le hace ascos a comerse polluelos y huevos de otras aves. Y tampoco están contentas las lagartijas que son sus víctimas predilectas. También consume ranas, pequeñas serpientes, saltamontes, escarabajos, orugas, grandes polillas, abejas, avispas e incluso ratones. Ocasionalmente se despacha alguna frutilla.
Habita todo tipo de bosques, incluidos cafetales abandonados. Se aventura en pastizales crecidos y en la vegetación baja que recubre las colinas de piedra caliza.
A pesar de que la medicina tradicional cubana lo emplea como acelerador de la convalecencia y restaurador de la potencia sexual, sigue siendo una especie común que todavía puede reírse de la extinción.

Cuco lagartero cubano, Guanahacabibes (Cuba) diciembre 2009.
The Handbook of the Birds of the World