Riachuelero: entre musgos
Plegafulles de rierol - Lochmias nematura (Sharp-tailed Streamcreeper)
Ni es el primer furnárido que muestro en “Conócelas” ni será el último: una familia (Furnaridae) que abarca 307 especies de aves que se reparten entre Centro y Sudamérica da para muchos articulillos.
El riachuelero es un furnárido atípico, único representante vivo del género Lochmias. Se ha especializado en buscar comida en ínfimos riachuelos montanos del norte de Sudamérica: sobre las rocas, en las orillas y en láminas de agua somera. Sin embargo, no bucea como los mirlos acuáticos (merla d’aigua), aunque ambos sean paseriformes asociados a los cauces fluviales. En zonas con pocos centímetros de profundidad, el riachuelero busca pequeños invertebrados pero también entre el musgo, los líquenes y las hojas caídas, lo cual es habitual en los furnaridos aunque eso lo hacen en el suelo de la selva o en las cortezas de los árboles, no en el micro-ecosistema de los arroyos. La especialización es un recurso para evitar la competencia, sea en “la naturaleza”, sea en el mercado laboral (el mercado laboral también es naturaleza).
Salvo al SE de su distribución (sur de Brasil, Uruguay y norte de Argentina) donde desciende hasta el nivel del mar, al riachuelero se le encuentra por sobre los 725 metros de altitud y hasta los 2780. Se distribuye de forma discontinua en cuatro poblaciones: dos – muy separadas entre sí – en Venezuela, otra a lo largo de los Andes, desde Colombia hasta el sur de Bolivia, y una cuarta y más extensa en el sur de Brasil, Paraguay, Uruguay y un par de regiones del norte de Argentina. En muchas zonas es entre raro y poco común. Pero lo encontré en tres enclaves de los 39 visitados durante mi viaje (2019) lo cual significa que en el sur de Brasil es moderadamente común.
De punta de pico a punta de cola mide entre 13 y 14 cm. Como tantos otros furnáridos, carece de dimorfismo sexual y no te sabría decir si los ejemplares de las fotos son machos o hembras. Bueno, al de la foto de abajo lo pillé cantando desde esa percha, así que probablemente sea un macho.
Como resulta difícil de encontrar, faltan estudios extensos y estadísticamente sólidos sobre muchos aspectos de su biología y conducta, pero se sabe que come larvas (y adultos) de insectos acuáticos, escarabajos, milpiés, arañas, saltamontes, cigarras y renacuajos. Una vez se le vio pillar una pequeña rana adulta.
Con raíces y ramas finas construye un nido globular en una cámara subterránea al final de un túnel de entre 50 y 100 cm excavado en un talud de tierra, al estilo de los abejarucos y martines pescadores. Se le supone monógamo y suele poner dos huevos. En el sur de Bolivia se calculó que el territorio de la pareja abarca 300 o 400 m de torrente.
A pesar de ser escaso en general (salvo excepciones locales), la IUCN lo considera “no amenazado” ya que acostumbra a vivir en lugares muy poco poblados por el ser humano. La vegetación tropical de ribera tiende a hacer inaccesible para las personas largos tramos de los arroyos donde vive. Pero le perjudica la deforestación y las actividades agropecuarias que siguen a la destrucción del hábitat.
