Tórtola senegalesa: el Senegal le queda corto
Tórtora del Senegal - Spilopelia senegalensis (Laughing Dove)
Es habitual que las especies endémicas incluyan en sus nombres, a modo de “apellido”, el del único país del mundo donde se encuentran. Pero también es de lo más corriente que muchas otras aves se queden con el nombre del país donde fueron descritas por primera vez. Y este es el caso de la tórtola senegalesa. Entre África y Asia (llegando hasta Bangladesh y Buthan) está presente en, al menos, 60 países de clima entre cálido y tórrido. Además, habría que contar aquellos donde ha sido introducida, como en Australia. El único país de África sin tórtola senegalesa es Gabón.
Vive en ecosistemas secarrones pero no suele hallarse a más de 10 km del bebedero más cercano. Arboledas de acacia, sabana arbolada, oasis, terreno agrícola diverso, pueblos y ciudades… En realidad, solo evita el bosque denso. No he leído nada sobre sus preferencias altitudinales, pero supongo que, como tantas aves, subirá hasta donde encuentre terreno apto, comida y un clima que pueda soportar. En África y la India tiene algunas poblaciones migratorias que se desplazan en función de los cambios estacionales en la disponibilidad de alimento.
De punta de pico a punta de cola mide cosa de 27 cm: unos 3 cm menos que la tórtola turca (tórtora turca). No presenta nada que pueda llamarse dimorfismo sexual (machos y hembras tienen el mismo aspecto).
Come semillas diversas, generalmente de menos de 2 mm de largo, pero a veces también consume grano de maíz, bayas, néctar de aloe, termitas, hormigas y larvas.
Su nido es una plataforma somera y frágil (típica de las palomas y parientes) hecha de raíces y ramitas. También puede ocupar nidos viejos de zorzales y bulbules. Normalmente lo instala en un árbol no muy arriba (de media, a 2,3 m del suelo), pero en la India a veces nidifica en cornisas y vigas de edificios deshabitados. Normalmente pone dos huevos.
He aquí otra especie común y muy extendida que, por ahora, no corre peligro de extinción. Adaptada al entorno humano, sufre depredación por gatos, choques contra cristaleras, atropellos y demás pero, como se reproduce mucho y bien, nada de eso la pone en peligro como especie. En un estudio realizado sobre 340 pollos, se constató que el 75% de ellos consiguieron volar y abandonar el nido: todo un éxito.
