Vencejo común: el volador impenitente
Falciot negre – Apus apus (Common Swift)
Si vivís en Barcelona (o en casi cualquier otra de muchas ciudades de la península ibérica) entre mediados de mayo y mediados de agosto os bastará sacar la cabeza por la ventana para verlo pues, en esa época posiblemente se convierta en el ave más numerosa de la ciudad, quizás superando a las palomas. Al vencejo le ofende que se lo confunda con las golondrinas ya que ni siquiera es un paseriforme y SEO/BirdLife lo ubica taxonómicamente entre los chotacabras (bueno, más concretamente, entre los egotelos) y los colibrís.
Sin duda se trata de un ave peculiar con varios rasgos muy propios; jamás se posa en cables ni ramas pues sus patas no están “diseñadas” para ello. Y duerme en vuelo. Parece ser que, una vez alcanzada una altura de varios kilómetros, “desconecta” medio cerebro y vuela con “piloto automático.
El vencejo es un ave aero-pelágica ( 😉 término que me acabo de inventar) y sólo toca tierra durante un par de meses al año ya que todavía no ha encontrado la manera de mantener un nido en el aire.
Solo se posa en el nido (entra volando; no sé como frena) o en paredes verticales, a las que se sujeta con sus cortísimas patas dotadas de fuertes garras curvas. Si un vencejo cae al suelo (por ejemplo, por chocar contra un vidrio) no puede alzar el vuelo ya que sus patas no le permiten alzarse para aletear de manera efectiva. En ese caso (me ha sucedido tres o cuatro veces) basta con cogerlo y elevarlo en la palma de la mano o dejarlo en cualquier punto alto; en cuanto esté listo, él mismo echará a volar desde ahí. No lo lancéis al aire porque, si todavía está aturdido, puede volver a caer; quedaríais como idiotas.
Otra de sus singularidades es que se ríe de las tormentas; solo las afronta cuando, al estar criando, no puede alejarse demasiado del nido. El resto del año vuela siempre donde hay comida y buen tiempo.
Su dieta consiste en “zooplancton aéreo”; minúsculos dípteros, crías de arañas que flotan en el viento y cualquier insecto que ni pique ni exceda, en ningún sentido, los 12 mms. de longitud. Un estudio identificó como presas nada menos que 500 especies de invertebrados voladores ¡solo en Europa! Cuando han de alimentar a los pollos, acumulan decenas de capturas en el buche, para ahorrarse viajes al nido. Y el nido, que ubican en agujeros medianamente profundos (no meras repisas) de paredes naturales y artificiales, lo construyen con pequeños trozos de materia vegetal y plumas aglutinadas con saliva.
Con las alas extendidas mide entre 40 y 44 cm y, a simple vista, no hay manera de diferenciar machos y hembras. Su área de reproducción abarca desde el N.O. de Marruecos y el norte de Finlandia hasta la mitad norte de China, aunque no llega a su extremo N.E., incluyendo toda Mongolia, Kazajstán y el sur de Rusia (sus dos tercios occidentales). La población que se expande por tan dilatado territorio, se concentra, para pasar el invierno en un “cuadrado” subsahariano cuyas esquinas serían Camerún, el sur de Kenia, el sur de Namibia y el centro-este de Sudáfrica.
A Catalunya llega bien entrado abril y, al promediar septiembre, ya se ha marchado.
Es excepcional encontrar ejemplares en invierno; en 20 años de pajareo solo me ha pasado una vez. Parece ser que recientemente ha colonizado las islas de Gran canaria y Tenerife, donde resulta muy difícil de diferenciar del vencejo unicolor (Apus unicolor). En zonas costeras mediterráneas y en el sur y oeste de la península ibérica, hay que estar al tanto para no confundirlo con el generalmente escaso pero muy parecido vencejo pálido (Falciot pàl·lid, Apus pallidus). El concienzudo estudio de las guías y la perseverancia en la práctica son claves para resolver este problema de identificación.
Las modernas técnicas de construcción, que no dejan agujeros donde puedan nidificar, ha determinado que, en Europa, su población disminuya en, al menos, doce países. Ese problema se puede compensar instalando cajas-nido adecuadas.