Buitre negro: éxito de la política de protección
Voltor negre - Aegypius monachus (Black Vulture)
Solo el cóndor andino y los dos mayores albatros (el viajero y el real) superan los 295 cm de envergadura alar que lucen las hembras más desarrolladas de buitre negro. Podemos decir que es un ave que se ríe de la brevedad, lo cual puede constatarse, incluso, en la longitud de este articulo. Pero algunos machos no pasan de los 250 cm de punta a punta de ala: 25 cm menos que los alcanzados por las mayores hembras de buitre leonado (Voltor comú) y también por muchos otros necrófagos.
Siguiendo la moda unisex de los buitres, el negro, tamaño aparte, no presenta dimorfismo sexual. Aunque lo de las patas es chocante: igual pueden ser rosadas que azuladas o amarillentas.
En el año 2017 la península ibérica albergaba 2548 parejas: la más alta concentración de esta especie en Europa. Cabañeros y Monfragüe ostentan la mayor densidad de parejas de España. Desde los primeros censos, llevados acabo en 1973, la población de esta especie se ha multiplicado por siete gracias a las políticas de protección y a la progresiva retirada de los venenos agrícolas y de trampeo. También está presente en Mallorca, donde se libró de la extinción por los pelos.
En Catalunya era considerado accidental, citándose de tarde en tarde ejemplares juveniles que no llegaban a instalarse. Pero en el año 2008, la Fundación Territori i Paisatge financió un proyecto de Jordi Sargatal para introducir este ave en Catalunya. El centro de cría y suelta se construyó en la Serra de Boumort (Pallars Jussà) que, junto al extremo sur del Pallars Sobirá sigue siendo la única zona donde el buitre negro se reproduce en Catalunya. SEO/BirdLife no apoyó esa iniciativa ya que, sin datos históricos de reproducción de buitre negro en Catalunya, no se podía hablar de reintroducción. Y su recuperación en la península ibérica ya era un éxito. El tema causó polémica pero el hecho es que el proyecto logró sus objetivos: actualmente (2022) el censo catalán se cifra en entre 8 y 16 las parejas reproductoras, con pollos de tercera generación y un total de 60 o 70 individuos. En verano cada vez son más frecuentes los juveniles extremeños, franceses e incluso mallorquines que visitan los Pirineos coincidiendo con la presencia estacional de ganado de alta montaña. Parece ser que los adultos sudorientales de la península ibérica son muy sedentarios y rara vez abandonan sus territorios. Pero los jóvenes, expulsados por sus padres al alcanzar edad suficiente, pueden aparecer en cualquier parte ya que nomadean ampliamente antes de encontrar lo que nosotr@s llamaríamos “un lugar en el mundo”.
Es frecuente ver algún que otro buitre negro (joven o adulto) en vertederos como el de Orís (Osona), o Sant Pere de Figols (Pallars Jussà). Tengo un registro de esta especie sobrevolando las Llars Mundet (Barcelona) el 7 de noviembre del 2014. En la foto se podía ver la anilla y eso permitió a los expertos deducir que procedía de las poblaciones francesas. Así que estad atent@s porque puede aparecer en cualquier sitio.
Su hábitat preferente en España es forestal, no rupícola: monta el nido en árboles grandes de bosque mediterráneo: encinas, alcornoques y pinos pero, de hecho, le sirve cualquier árbol que tenga el tamaño y la ubicación adecuada tanto en llanuras (dehesa) como en laderas montanas. Las parejas mallorquinas eligen pinos asomados a acantilados marinos. Como excepción, se han documentado nidos en paredes rocosas e incluso en el suelo.
Su dieta abarca carroña diversa pero también, ocasionalmente, es capaz de capturar presas vivas, aunque solo de pequeño porte: lagartos, serpientes, tortugas e incluso insectos. Un dato sorprendente es que, a despecho de su gran tamaño, a menudo se centra en localizar cadáveres de talla modesta (liebres, zorros, tejones…) perdidos entre los árboles, restos que le pasan desapercibidos al más numeroso buitre leonado, que suele volar a mayor altura y prospectar terrenos más abiertos. Pero, ante una carroña, el tamaño da preferencia al buitre negro a la hora de empezar el festín y su pico, casi el doble de robusto que el de su pariente, le permite abrir pieles más gruesas. Parece que, en España, el 90% de la dieta del buitre negro (fuera de vertederos…) lo constituyen los conejos, liebres y ovejas. En Mongolia aprovecha las plagas que azotan a las marmotas de allí (Marmota bobak) para hacer de ellas su plato preferido. En los Himalayas consume la carne humana que se le ofrece en las plataformas funerarias (bya gtor). Y así, de forma oportunista, en todas partes.
Su distribución mundial se extiende desde Portugal hasta el norte de China y toda Mongolia, llegando en invierno hasta el SO de Corea del Sur. Entre las poblaciones del este de Francia y las del NE de Grecia solo aparece como divagante pero se vuelve más frecuente a partir de Turquía.
Israel, Arabia Saudí, la India y Nepal solo acogen a los invernantes procedentes de más al norte: el Cáucaso, Kirguistán, Tayikistán…
Se le considera casi amenazado y su población mundial está estimada en, como mucho, 10.000 parejas. Y como poco 7.200. BirdLife constató incrementos de su abundancia en España, Portugal y Francia, mientras que parece estable en Grecia y Macedonia pero disminuyendo en Rusia, Turquía, Georgia, Armenia, Azerbaiyán y Ucrania. Se le considera extinto como reproductor en Italia, Eslovenia, Rumania, Moldavia y Chipre.
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