Ánade friso: elegancia discreta
Ànec griset - Mareca strepera (Gadwall)
Diríase que el macho del ánade friso optó por la elegancia discreta, en vez de por la espectacularidad. Pero la verdad es que él no optó por nada ya que son las hembras las que, vestidas de camuflaje (para incubar con el mínimo riesgo) llevan a cabo lo que se llama “selección sexual”: al escoger un macho u otro determinan qué genes se expresan en su plumaje mientras ellos (los machos) se limitan a estar disponibles. Al aceptar como pareja a caballeros que lucen finas texturas pero sin apenas salirse de la gama del gris, el blanco y el negro, a lo largo de miles de años fueron “diseñando” su aspecto actual. Y está claro que ellas prefirieron un encanto sobrio a un despliegue cromático. A causa de eso, ellos se quejan de que la gente no les presta atención y que, a media distancia, ya son solo “patos grises”, eclipsados por el diseño estilizado del ánade rabudo norteño (Ànec cuallarg), el preciosismo oriental de la cerceta común (Xarxet) y ya no te digo los contrastes del pato colorado (Xibec) o el tarro blanco (Ànec blanc). Incluso el ubicuo azulón (Collverd) – más visto que las moscas – le gana en lucimiento. A eso las señoras frisas contestan “No me llores mareco, que cuando el azor o el lagunero salen de caza, verán antes a todos esos exhibicionistas que a ti”.
Procuro no abusar del recurso de presentar a las aves como si fuesen personas (que no lo son) pero es una forma simpática y efectiva de divulgar y por eso recurro a ella de vez en cuando.
El ánade friso pasará desapercibido pero es una de las anátidas más comunes en nuestras lagunas litorales.
Las hembras, aunque son pequeñas y tienen el pico más modesto, se confunden fácilmente con las del omnipresente ánade azulón. Sin embargo, los censos de los últimos lustros apuntan a un aumento en el centro y oeste de Europa ya que es una especie que se adapta a los humedales artificiales.
En el Delta de l’Ebre, donde es más numeroso, paradójicamente cuesta de localizar: más fácil es verlo en el Delta del Llobregat o en Aiguamolls de l’Empordà. Hablamos de un pato residente, que cría en muchos puntos de la península ibérica así que se le puede observar a lo largo de todo el año. Las poblaciones del norte de Europa y el oeste Rusia emigran hacia el sur al mediar el otoño y por eso, en Catalunya y España, se torna más abundante entre finales de octubre y marzo.
De punta de pico a punta de cola mide entre 46 y 58 cm; el macho tiende a ser de mayor tamaño que la hembra; ella presenta el plumaje críptico típico de tantas patas (véase foto de cabecera) y para el plumaje del macho véase la foto de abajo. Para resolver dudas sobre su identificación, sea macho o hembra, fijaos en el espejuelo blanco de sus alas, muy visible en vuelo, cuando se asea y también, en ocasiones, cuando está en reposo. Su dieta está bien estudiada y varía a lo largo del año: es casi estrictamente vegetariano (algas y demás vegetación acuática, sumergida o emergente) en los meses fríos, pero el consumo de invertebrados (crustáceos, larvas, etc…) aumenta conforme se adentra en la temporada de cría.
El ánade friso se distribuye por todo el hemisferio norte si bien evita la tundra y el clima más fresco, por lo que está ausente de países como Noruega y se limita al sur de otros como Canadá, Finlandia y el estado de Alaska. Pero en Islandia, al filo del círculo polar ártico, se ríe del frío y allí, en el norte de esa isla, tiene su área de reproducción más septentrional. En el sur de Europa y oeste de EEUU es residente y las poblaciones migratorias que van más allá de las áreas de residencia bajan hasta el SE de EEUU y México. En el Viejo Mundo sus zonas de invernada se distribuyen – con interrupciones – en una ancha franja cuyos extremos están en el Sáhara occidental y el SE de China.
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