Las alas del pardillo
W.B. Yeats en The lake isle if Innisfree nos dice “And evening full of the linnet’s wings”, Jorge Guillén traduce “llenarán el ocaso las alas del jilguero”; lo he visto en “Mil años de poesía europea” editado en Barcelona por editorial Planeta en 2009. Según HBW, linnet es pardillo, jilguero sería goldfinch, por lo que otra traducción posible es “y la tarde llena de alas de pardillo”.
Hace ya un tiempo Stephen Moss en The Guardian comentaba como en la época victoriana los pardillos y los jilgueros fueron utilizados masivamente como aves de jaula porque representaban, su canto, su presencia, para el naciente proletariado urbano el nexo de unión con el mundo rural perdido. Quizás sea esto lo que realmente le interese al poeta, un retorno y los pájaros que sus compatriotas tienen en sus casas la metáfora que explique el mundo al que retornaría ahora mismo “I will arise and go now, and go to Innisfree“.
Pero en mi juego quiero suponer un interés real en el pájaro, no una decisión estética, que tiene sentido el pájaro, y aunque desconozco el interés por la observación de aves de Yeats la sospecha que provoca su poemario Los cisnes salvajes de Coole (The Wild Swans at Coole de 1917) en el que en un poema homónimo nos dirá “Upon the brimming water among the stones/ Are nine-and-fifty swans./The nineteenth autumn has come upon me/Since I first made my count;/”, en la traducción de Manuel Soto, “sobre las aguas que rebosan entre las piedras/ hay cincuenta y nueve cisnes./ Diecinueve otoños pasaron sobre mí/ desde que por primera vez los contara” me invitan a seguir fabulando. Así que me aferraré a esto: el poeta cuenta aves, pajarea.
Contestar entonces a la pregunta de qué pájaros llenaron la tarde de Yeats es responder dos preguntas, qué día es el día del poeta y dónde está, a partir de ahí entiendo que será más fácil. El poema de los cisnes es sencillo, estamos en Coole y es octubre, “Under the October twilight the water“. Lo del pájaro cuyas alas llenan la tarde es más complicado, el lugar es un lago cerca de Sligo donde Yeats estuvo de mediados de 1872, con siete años, hasta que su familia volvió a Londres a finales de 1874. Aunque sea ahora cuando piensa en volver “ir ahora a Innisfree” en su recuerdo será cualquier momento del año en el que “cantan los grillos”. Una primavera, un verano, un otoño, un espacio para pájaros que formen bandos, lo que nos ofrecería muchas alas en tardes lentas, o quizás un único pájaro, apenas una pareja, pueda llenar de alas la tarde de un poeta. Una tarde llena de alas, una tarde llena de pájaros, una tarde en la que un pájaro lo ocupe todo.
Así pensar en un bando o en la actividad incesante de cualquier pajarillo, pájaros en arbustos y plantas, incluso en el suelo, parejas, pequeños grupos o grandes bandos de numerosas y diversas especies. Ahora bien ¿es Yeats un observador desaliñado? No sé si le daría igual qué pájaro abarcara por completo la tarde inmerso en el ambiente y sus sensaciones o si hubiera querido precisar, aún así poco importa. Un observador cualquiera tendrá clara la diferencia entre pardillos y jilgueros, aunque no conociera su nombre. Pero tampoco descartemos la intuición de Jorge Guillén. En su momento el género Carduelis, al que pertenece el jilguero, incluyó a los pardillos y los verderones, hoy ya no. Prefiero creer que Yeats conoce al pardillo y que Guillén cree que al fin prefiere otro nombre y que siempre estará hablando de fringílidos, y en todo caso envidiar la intuición de que la felicidad es un lugar donde al caer el día las alas de un pájaro completan el mundo.
The Lake Isle of Innisfree
William Butler Yeats, 1888, publicada por primera en vez en the National Observer en 1890.
I will arise and go now, and go to Innisfree
And a small cabin build there, of clay and wattles made;
Nine bean-rows will I have there, a hive for the honey-bee,
And live alone in the bee-loud glade.And I shall have some peace there, for peace comes dropping slow,
Dropping from the veils of the morning to where the cricket sings;
There midnight’s all a glimmer, and noon a purple glow,
And evening full of the linnet’s wings.I will arise and go now, for always night and day
I hear lake water lapping with low sounds by the shore;
While I stand on the roadway, or on the pavements grey,
I hear it in the deep heart’s core.
Estupenda reflexión, Roberto. El romanticismo fue una corriente artística muy pujante en la primera mitad del siglo XIX y sus ecos no han dejado de reverberar desde entonces. Entre las pasiones que lo conformaron estaba el regreso a una naturaleza idílica y, como resultado, incluso los pájaros – que nunca estuvieron lejos del arte – cobraron renovada atención. Eso fue, mayormente, una pose estética. Pero no del todo porque de esa época arranca el impulso que, a finales del siglo XIX crearía la conciencia conservacionista; por ejemplo, se crean los primeros parques nacionales de Europa y EEUU. Y es que arte y ciencia no dejan de hibridarse y de semejante coyunda nacen grandes cosas.